martes, 22 de octubre de 2019

ALEJANDRA PIZARNIK



                                                         Lo que decimos no siempre se parece a nosotros.

            En esa noche
            Calmó la sed el arenal de su fuego
            que ardía al gélido latido de la espera.
            Con sus silentes bramidos y susurros
            Ella dijo en pocas palabras…muero
            recogió como estandarte mudo un papel,
            una calle solitaria entre piedras. Y gritó
            atropellando los murales con roja tinta.
            Sangre de aquella heroína dolorida y quieta.
            Una noche, apagó el cigarrillo.
            Cerró el cuaderno de lágrimas y poemas.
            Encendió una estrella y apagó una lámpara
            Se derrumbó en la silla y quedó muy quieta.
            Se había ido por el camino de la nada
            Donde su duende aun juega con tristes poesías.
            Alejandra durmió sobre su pena. Su luz
            quedó titilando entre los libros. Viva está ella.
            Dolorosa y mística, su desaliento duele apenas
            por una fracción de cielo sin estrellas.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario