- Un maravedí puede rodar y rodar entre el camino hacia el mañana y el ayer sin saber cuál es su destino. Un sertercio puede trepar por las alforjas del morral agujereado de la vida y nada. Nada pesa como el vil revuelo de los pájaros que cuentan el oro de los rayos del sol en la aurora. Ahí, a la vuelta de un vértice tal vez se pueda amputar el codo del futuro y sumar unos kilates para apostar a ser más tiempo de relojes. ¿O no?
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