viernes, 19 de mayo de 2023

RECIBÍ LA INVITACIÓN PARA IR A MARRUECOS

  

Me invitó a  Marruecos  Gladys  Young, embajadora panameña en esa tierra, mi amiga y poeta. Llevaría la novela “Síndrome de Traición” a la Universidad de Tetuán y Tánger. ¡Era un honor! Es tan lejos que debí prepararme. Indagué en qué viajar: tenía si o sí que pasar por Madrid. Fue toda una aventura. ¡Allá fui con cinco aviones de líneas diferentes; por cinco días!

Salí hacia Chile y esperé un avión a Madrid, allí dormí una noche, al día siguiente tomé otro aeroplano que me llevó a Casablanca, la famosa ciudad de la película que nunca logré ver. Ni la película ni Casablanca ciudad. Luego en el hall del aeropuerto esperé desde las 10,30 hasta las 23. Allí tuve una experiencia dolorosa. Paso a relatar. Alrededor de la 22 veo que se abre una puerta lateral y traen un puñado de personas del interior de África, esposadas y rodeadas de soldados, eran fugitivos de los países pobres que trataban de llegar a España, a través de Marruecos. ¡Eran los famosos, Inmigrantes que huyen del hambre y las guerras de sus países! Yo no podía ni abrir la boca. No hablo árabe ni inglés, por lo que estando de paso en un país que me esperaba con los brazos abiertos, lloré en silencio. Esto sucedió en dos oportunidades, calculo que los llevaban de regreso en aviones militares o no, a sus países de origen. No quise preguntar a mis anfitriones, ya que era un tema sumamente delicado. Al pasar unos minutos, 30 o 40, me llamaron por altavoces para presentarme en la aduana.

 Tomaría un avión de línea inglesa que me llevaría a Tánger, yo tenía mi primera charla en Tetuán. Un vuelo corto y llegué a Tánger con mi pequeño equipaje, donde me habían prometido estaría una persona de habla castellana con un cartel esperándome. Hecho los trámites necesarios, eran las 24, salgo del hall y no había tal cartel con tal persona. Pregunté en argentino: ¿Hay alguien esperando a una argentina? Me observaron varias personas y pensarían: ¿Qué le sucede a esta señora?

Ingresé de inmediato al aeropuerto y esperé un rato. Volví a salir y un señor me esperaba. Había llegado algo tarde. No hablaba español. Insistía en llevarme a su casa. Yo muerta de miedo, le decía: NO, hotel. Me comunicó con su esposa que hablaba castellano. Igual, quería que fuera a dormir a su casa. ¡No, hotel! Y me llevó a un albergue de menos una estrella donde me cobraron 30 euros. Sin ascensor y cuya habitación quedaba en el tercer piso. Alrededor había gente rarísima: prostitutas y rufianes. El dueño, me miraba sonriendo y miró dos veces mi pasaporte. Creo que no podía creer que venía de tan lejos. El hombre se fue en un auto tan destartalado, que parecía sacado de un “desarmadero”. A las cinco de la mañana, me golpeó la puerta, me venía a buscar para llevarme al aeropuerto. Miro y por la ventana y veo que me miraba. Como me estaba vistiendo, casi me tiro al piso. Lo regañé hasta que llegamos al aeródromo. Allí en una “combi” me esperaban otras escritoras que tomarían conmigo el vuelo a Tetuán.

La alegría y algarabía fue enorme. Hacía dos años que no nos juntábamos. El chofer me trajo de regalo un objeto de cerámica pequeño que según dijo, era igual al que usan para cocinar. ¡Un lindo detalle!

Al llegar a Tetuán, la fiesta literaria comenzó. En la Universidad un enorme grupo de estudiantes nos esperaban para escuchar a los poetas y narradores de Latino- América. ¡Qué respeto y cariño demostraron! Escuchaba con atención y preguntaban por nuestros grandes poetas: Jorge Luis Borges, Julio Cortazar, Olga Orozco y otros que son un orgullo nacional. De México una laureada escritora presentó una investigación extraordinaria sobre Sor Juana Inés de la Cruz, de Perú sobre Vallejo, y así cada escritor o escritora fuimos llenando las aulas con buenas y preciosas palabras.

Luego el Traslado a Tánger, la fiesta en un comedor donde en unas enormes bandejas de plata traían comidas típicas y deliciosas. Los estudiantes bailando para nosotros los escritores y los maestros de la universidad… ¡Qué bello! Se divierten sin tomar alcohol como en mi país. Ellos por ley tienen prohibido comprar, vender o beber alcohol.

Me tocó ir a una ciudad a la orilla del mar. Un azul glorioso envolvía la costa. Desde la explanada de una sala veía las olas revolotear como alas de pájaros blancos. Después de una tertulia, nos llevaron a un restaurante donde descubrimos otra comida exquisita de berenjenas y pimientos (ajíes) asados al carbón, luego traían bandejas con sardinas asadas al horno de barro, parecían alhajas de plata una junto a la otra. Sabrosas y sanas.

Cuando ya saciamos nuestro apetito, un poeta amigo marroquí dio un silbido y cientos de niños se arremolinaron junto a las fuentes a comer con pan árabe que les repartieron. Eran pájaros de mil colores, curiosos y alegres que se divertían con esos raros extranjeros venidos de tan lejos. ¡Un regalo para la vista y el corazón!

Fueron cinco días en el país y seis aviones para llegar hasta allí y seis para regresar a mi tierra. Lo haría a ojos cerrados. Cuando vi la Novela y la leí: Tiempo Entre Costuras, de María Dueñas…disfruté pasear visualmente por las calles y medinas de Marruecos. Véanla.

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