Lo que decimos no siempre se parece a
nosotros.
En esa noche
Calmó la sed el arenal de su fuego
que ardía al gélido latido de la espera.
Con sus silentes bramidos y susurros
Ella dijo en pocas palabras…muero
recogió como estandarte mudo un papel,
una calle solitaria entre piedras. Y gritó
atropellando los murales con roja tinta.
Sangre de aquella heroína dolorida y quieta.
Una noche, apagó el cigarrillo.
Cerró el cuaderno de lágrimas y poemas.
Encendió una estrella y apagó una lámpara
Se derrumbó en la silla y quedó muy quieta.
Se había ido por el camino de la nada
Donde su duende aun juega con tristes poesías.
Alejandra durmió sobre su pena. Su luz
quedó titilando entre los libros. Viva está ella.
Dolorosa y mística, su desaliento duele apenas
por una fracción de cielo sin estrellas.
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