¡No sé porqué me sacaron de las dulces tetillas de mi madre! Mis hermanos uno a uno se iban de mi lado y yo me aferraba a su piel suave y dulce. Unas fuertes manos me envolvieron en un paño de un color oscuro y me pusieron sobre una superficie dura y... ¡Ay, me dolió, eso me dolió! ¿Qué les he hecho? Ahora me ponen en una jaula de color claro y me dejan a un lado en un sillón sin pelos, como el cuerpo de mi mamá.
Hay mucho ruido que desconozco. Me duele todo el lugar donde me pincharon. Mi pobre cola duele. ¿Estas manos tienen un cuerpo grande y hay unas manos pequeñas que me tocan mucho. ¡No me gusta! Parece que me llevan por un lugar desconocido. ¿Mi madre, estará en una caja igual a la que me han puesto a mí? No la veo.
Escucho una voz dulce que le dice al pequeño que va junto a mí: - ¿Cómo le vas a llamar? Y escucho varios: Tommy, Ralf, Duende, Negrito, Gold... ¿Para qué me quieren poner un nombre si yo soy yo? Mi mamá no nos decía ningún nombre, señora no se meta conmigo. Deje que siga siendo yo.
Los ruidos son cada vez menos desagradables. Y ya no hay luces de colores que detengan esta máquina en la que me llevan. - ¡Hemos llegado! Dice el de las manos grandes. Veo árboles y paredes y un enorme portón que se abre frente a la que creo es otra casa. Mi mami vivía en una casa, nos contó mientras nos limpiaba. Y luego la sacaron a una diferente con olores raros y allí, nacimos nosotros. Éramos como... ¡No se contar! Éramos muchos. Pero ella se arreglaba para darnos de comer bien a todos. Se fueron llevando uno a uno. Primero se llevaban las nenas. Según decía la señora de manos verdes que: -¡Son más limpias y cariñosas! Después se llevaron al dormilón. Y hoy me tocó a mí.
¡Me van a sacar de la caja! ¡Opa, estoy en un lugar extraño, huele bien a comida, y me ponen en una especie de colcha color oscuro! - Ponelo en la cucha verde... dice la voz dulce. El pequeño, le dice mamá. Entonces hay otras mamás... y cuánto tengo que aprender. ¡Tengo un sueño...!
Han pasado varios meses, según dice Nino, mi dueño. Él, me cuida y me saca todos los días a pasear. Yo estoy muy feliz, pero extraño a mi mamá y a mis hermanos. La mamá de Nino me quiere mucho. Me da de comer y me peina el pelo que ha tomado un color dorado... así dicen. Es una gente que me está gustando un montón.
Ayer me retaron mucho, me comí un pedazo del oso de la cama de Nino. Y las zapatillas del papá, que estaban debajo de la cama. Pero no me pegaron ni me hicieron nada que me doliera.
¡Ya va a crecer! Eso dicen cada vez que hago algo raro. A veces me voy debajo de una mesa que hay en el comedor cerca del televisor, (eso lo he aprendido de escuchar a la mamá de Nino), muerdo un pedazo de mantel y tiro, me divierte ver cómo se caen las cosas que hay allá arriba. Pero no les gusta, definitivamente no se ríen. Nino lloró cuando me comí sus pinturas de la escuela. ¿Yo qué sabía que se iban a dar cuenta que había sido yo? ¡Se echaron a reír porque según dijo la mamá... nunca había visto un perro tecnicolor! Y no eran muy sabrosas como las galletas que robé de la mesa. Otro reto. Tendré que ser más educado, dijo el padre.
Ha pasado tiempo, me he hecho más grande y he aprendido mucho. En especial me pongo muy nervioso cuando pasa cerca de Nino o de su mamá algún grandote con capucha y manos en los bolsillos. ¡Vi en el televisor, junto a Nino, cómo habían arrollado a una señora para sacarle la bolsa esa que usan las mamás, llenas de cosas! Y otro día, que fuimos con el auto, eso me lo dijo Nino, a la gasolinera, y vimos a unos muchachones con un palo negro muy ruidoso hacer fuego y tirar al piso a un pobre grande. -¡Cuidado, Gold, (ese es mi nombre) son ladrones armados! Que susto. Mamá salió para atrás y se metió por otra ruta para evitar que nos pase algo. Yo allí empecé a ladrar. Y he visto que si muestro los dientes y ladro muy fuerte, se alejan de nosotros.
Ya los amo. Mamá es muy cariñosa y ni les puedo decir lo pícaro que es Nino y ahora hay otro humano muy pequeño en casa. Le dicen Bebé. Y hace unos días le hicieron una fiesta y ahora la llaman Rosamaría. Debería ser muy limpia, pero se hace... caca y tienen que limpiarla...qué vergüenza. Acaso cuando se llevaban a mis hermanas no decían que eran más limpias. Hay que esperar.
Anoche pasó algo muy feo. Gracias a mi instinto, evité que entraran unos grandes en la casa. Resulta que mamá y grande, con Nino y Rosamaría habían ido a un cumpleaños. ¡No permitían que yo fuera! Mejor, podría comer lo que se me antojara. Pero, siempre hay un pero... en la oscuridad, vi dos luces extrañas y me agazapé, ladré como nunca lo había hecho...y habían roto la ventana del dormitorio de atrás. Caminaban por el pasillo y le salté al cuello a uno de los enmascarados. Me dio un enorme golpe en la panza, pero no lo solté. El otro manoteaba un palo de fuego, pero como se les cayó la luz, no podían verme bien, los seguí mordiendo. Se fueron corriendo.
Cuando volvieron, grande me dijo: - ¡Bravo mi querido Gold, eres un perro muy listo! - Y me llevó a la señora de donde me trajo para que me curaran, estaba herido y me hicieron una curación muy dolorosa. -Me dijo: ¡Soy tu papá desde hoy...! - ¡Me abrazó fuerte como nunca lo había hecho! Ahora tengo mamá, papá y dos hermanos humanos. ¡Qué lindo es ser perro!
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