lunes, 8 de abril de 2024

LA JUANA

 


            Le faltaba un año para ser profesora de gimnasia. Era delgada y ágil. Su perfil era semejante al de una bailarina de ballet. Sus padres le daban el dinero para su escuela y su comida, de noche trabajaba en un geriátrico cuidando ancianos. Así pagaba su habitación compartida en una pensión de mala muerte. Su compañera estudiaba teatro, era morocha y delgada, sus formas no le ayudaban para conquistar a un actor consagrado para que la mantuviera. Juana, le dejaba siempre algo de comida sobre la mesita que servía de escritorio y apoyo.

            Un día la encontró tiritando en la cama. Tenía fiebre y le pidió ayuda: un remedio que hiciera pronto efecto, tenía una prueba en pocos días en el teatro Odeón. Salió a la calle y encontró todo cerrado. Una luz lejana le advirtió que ahí había una farmacia, caminó y llegó justo cuando el boticario estaba por cerrar. Le compró un remedio, que según el hombre, era mágico. Así llegó a la pensión seguida por un perro y un tipo que la miraba con sorna.

            Apenas entró, le dio a beber la medicina a Reina, que se adormeció. Al día siguiente ya no tenía fiebre.

            Cuando regresó del gimnasio, la encontró envuelta en una bata y llorando. -¿Qué tienes ahora?-  Necesitan una joven de cabello rubio y no tengo vestido verde que es el color que me piden. Bueno, yo le pido a la patrona de la pensión tita y te la pongo en el pelo como ella. Y yo tengo un vestido verde. ¡Tranquila!

            Pasó el día y cuando regresó de su trabajo, reina era rubia y super hermosa. ¡Vaya con la muchacha llorosa y afiebrada! Me encanta verte así. Tendrás el papel, dijo Juana optimista. ¿Y has visto quien es tu actor de reparto? – Si. Un conocido actor de unos cuarenta años.

            -Bueno, bueno tal vez todo esto te traiga suerte. Y cuida que no se den cuenta que el vestido te queda lago apretado. ¿Quieres mis zapatos de tacones negros?- ¡Claro! No me atrevía a pedírtelos.- Tómalos.

            Tres semanas después Reina, era la estrella de teatro y cine. El galán le había regalado un vestido nuevo, zapatos de charol de aguja y un bolso haciendo juego.

            -Mira Juana, gracias a ti, hoy soy quien soy, por lo que lo que necesites, estaré muy feliz de darte. Sabés mi jefe es muy generoso. Creo que hasta demasiado. Me llevó a comer al “Paradisse” y me hizo probar champagne.

            -Reina ten cuidado…! Puede que te enrosques en un lío. Los hombres  a veces son muy taimados, eso dice mi padre. Pasaron varios meses y el jefe, le presentó a un gerente del banco nacional. La venía a buscar un chofer con uniforme. Juana apenas lo miraba. Tenía miedo por Reina. Un día llegó feliz, su nuevo amor, le había pedido que se casaran.

            Un año después Reina, la famosa actriz, apareció ahogada en el lago del parque junto a un joven actor de cine. Juana lloró pensando que ella se había arriesgado mucho jugando un papel doble. Nadie investigó la muerte de los artistas, porque eso suele pasar en la farándula, decían los pasquines.

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