UNA LLAMADA DE AMOR.
Una
mañana de setiembre, la Tía
Nené , se sentó en el banco de la plaza de "Salí, si te
Dejan", a conversar con los amigos jubilados. Abuelitos de todos los
chicos del pueblo y entre chismecitos sin importancia, como que la mula Pelusa
estaba empacada, el perro de Nito Sía tenía resfríos y la tortuga Ciriaca de
Zoilo Bueno, sufría de reumatismo; salió, el tema de los hermosos paisajes de
Humahuaca; y allí
mismo se entusiasmaron con ir a conocer el lugar.
En
la sociedad de fomento de "Salto en Garrocha", se puso un cartel para
que se anotaran los que querían viajar. Al día siguiente era una lista larga y
festiva. Don Ruperto Puerta, el digno intendente estaba listo en el primer
lugar. Habían alquilado un micro y lo adornaron con flecos de papel brillante y banderines, con el nombre de
todos los viajeros. Cuando estaban por partir se dieron cuenta que nada menos
que "Clota, Tirifila Afila, Lili Moreno y Rufina Teveo", no estaban
en el vehículo. ¿Qué les pasará? Preguntó muy preocupado Don Luis Carrasco, el
querido policía municipal, que traía todos los mapas de la ruta que iban a
seguir. Detrás del micro paró el jeep color rosado, de Rufina y bajaron todas
agitadas, con canastas con comida, máquina de fotos y hasta una guitarra, iban
todas apuradas. Cuando treparon al micro, un ¡Ah!, ¡Ja!, ¡Por fin!, se escuchó
a coro. ¡ Así comenzó un paseo lleno de alegría!
A
medida que dejaban la región montañosa de Cuyo, comenzaron los primeros
calorcitos y un aire tibio, con un olor dulzón de azahares entraba por las
ventanillas. A orillas del camino se cruzaron con camiones llenos de caña de
azúcar y algodón recién cosechado, además con simpáticos campesinos que los
saludaban con sus anchos sombreros. Pasaron por campos con trigo y hasta
pararon a admirar los girasoles que con sus caritas amarillas, seguían
mirándolos hasta que se perdían por la carretera. Un corito de abuelas entonaba
romanzas de su juventud y Don Terencio Metrón, hacía sonar con fuerza la gaita
gallega.
Un
río de poco caudal, pero de anchura imponente y agua muy fría y límpida, les
impedía el paso; bajaron y ¡qué grato fue encontrarse con chivos, cabritos y
ovejitas, que acompañados por pastorcitos, apacentaban entre las piedras y los
árboles de algarrobos y los chañares. Además, con llamas, guanacos y algunas
alpacas mimosas! ¡Cuánto cuidan estos amiguitos la naturaleza!
Un arco
iris de cerros de mil colores envolvieron al grupo con sus montañas y valles.
Una gran fiesta popular sorprendió por una quebrada, que portando un
"Misachico" con la imagen de un "santito indígena", los
invitó con tanto amor, que pronto se unieron felices. La seño Clota, daba
saltos para ponerle flores del campo al altarcito, Tirifila volaba de un cerro
a otro buscando plantitas perfumadas de cedrón, orégano, albahaca y menta. Un revoleo de ponchitos y mantas, acompañaba
la música de los "erques" y "cajas chayeras" de los chicos
que con sus "ursutas", levantaban el claro polvo del camino de la
plaza de Humahuaca. Todos estaban felices como siempre que viajan juntos. De
repente apareció un grupo de jóvenes en "comparsa boliviana", con sus
diabladas y sus Santitos. Los mil espejitos de colores reflejando la felicidad
de los nativos saludando a la vida y Clota y sus amigas se mezclaron entre
ellos bailando. ¡Total su ropa no desentonaba, era tan brillante y alegre como
la de ellos!
Llegaron a la escuelita y fue grande la
alegría de ver ¡cómo leían y escribían los niños! Unos afiches con mapas
conceptuales y dibujos hechos con mucho entusiasmo y responsabilidad, adornaban
las aulas, sin errores de ortografía y con todas las palabras bonitas que usan
los chiquilines. ¡Qué educados son!,
dijo el buen intendente de "Salí, si te Dejan" y se acomodó la
peluquita color zanahoria. ¡Igualito que
nuestros chicos!, dijo la seño Clota, defendiendo a sus alumnos. Todos se
rieron. ¡Hasta las puntillas de los calzones asomaron muertas de risa! Lo que
pasa, es que Clota nunca permitirá que traten mal a los niños.¡ Cómo debe ser!
¿Verdad?
Recorrieron
pueblitos y ciudades llenas de color y de historias viejas de nuestra Patria y
raíces como país, aprendieron palabras en "aimará" y en
"quechua" y comieron empanadas, carbonada, tamales y humita en chala.
Dulces riquísimos de "tunas y frutas regionales" y también higos
secos con nueces envueltos en azúcar. ¡Qué cosas ricas!
No
querían volver, pero un llamado con mucho amor de la escuela de Clota, hizo
retornar a ese grupo bullicioso y feliz.
¡Chau
chicos, hasta la próxima vez, que volvamos a encontrarnos!
Tolón
tolón, tilín=tilín esta historia llegó a su fin.
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