lunes, 17 de septiembre de 2018

CUENTO INFANTIL: SERIE MAESTRA CLOTA


UNA LLAMADA DE AMOR.

         Una mañana de setiembre, la Tía Nené, se sentó en el banco de la plaza de "Salí, si te Dejan", a conversar con los amigos jubilados. Abuelitos de todos los chicos del pueblo y entre chismecitos sin importancia, como que la mula Pelusa estaba empacada, el perro de Nito Sía tenía resfríos y la tortuga Ciriaca de Zoilo Bueno, sufría de reumatismo; salió, el tema de los hermosos paisajes de Humahuaca; y allí mismo se entusiasmaron con ir a conocer el lugar.
         En la sociedad de fomento de "Salto en Garrocha", se puso un cartel para que se anotaran los que querían viajar. Al día siguiente era una lista larga y festiva. Don Ruperto Puerta, el digno intendente estaba listo en el primer lugar. Habían alquilado un micro y lo adornaron con flecos de papel  brillante y banderines, con el nombre de todos los viajeros. Cuando estaban por partir se dieron cuenta que nada menos que "Clota, Tirifila Afila, Lili Moreno y Rufina Teveo", no estaban en el vehículo. ¿Qué les pasará? Preguntó muy preocupado Don Luis Carrasco, el querido policía municipal, que traía todos los mapas de la ruta que iban a seguir. Detrás del micro paró el jeep color rosado, de Rufina y bajaron todas agitadas, con canastas con comida, máquina de fotos y hasta una guitarra, iban todas apuradas. Cuando treparon al micro, un ¡Ah!, ¡Ja!, ¡Por fin!, se escuchó a coro. ¡ Así comenzó un paseo lleno de alegría!
         A medida que dejaban la región montañosa de Cuyo, comenzaron los primeros calorcitos y un aire tibio, con un olor dulzón de azahares entraba por las ventanillas. A orillas del camino se cruzaron con camiones llenos de caña de azúcar y algodón recién cosechado, además con simpáticos campesinos que los saludaban con sus anchos sombreros. Pasaron por campos con trigo y hasta pararon a admirar los girasoles que con sus caritas amarillas, seguían mirándolos hasta que se perdían por la carretera. Un corito de abuelas entonaba romanzas de su juventud y Don Terencio Metrón, hacía sonar con fuerza la gaita gallega.
         Un río de poco caudal, pero de anchura imponente y agua muy fría y límpida, les impedía el paso; bajaron y ¡qué grato fue encontrarse con chivos, cabritos y ovejitas, que acompañados por pastorcitos, apacentaban entre las piedras y los árboles de algarrobos y los chañares. Además, con llamas, guanacos y algunas alpacas mimosas! ¡Cuánto cuidan estos amiguitos la naturaleza!
Un arco iris de cerros de mil colores envolvieron al grupo con sus montañas y valles. Una gran fiesta popular sorprendió por una quebrada, que portando un "Misachico" con la imagen de un "santito indígena", los invitó con tanto amor, que pronto se unieron felices. La seño Clota, daba saltos para ponerle flores del campo al altarcito, Tirifila volaba de un cerro a otro buscando plantitas perfumadas de cedrón, orégano, albahaca y menta.    Un revoleo de ponchitos y mantas, acompañaba la música de los "erques" y "cajas chayeras" de los chicos que con sus "ursutas", levantaban el claro polvo del camino de la plaza de Humahuaca. Todos estaban felices como siempre que viajan juntos. De repente apareció un grupo de jóvenes en "comparsa boliviana", con sus diabladas y sus Santitos. Los mil espejitos de colores reflejando la felicidad de los nativos saludando a la vida y Clota y sus amigas se mezclaron entre ellos bailando. ¡Total su ropa no desentonaba, era tan brillante y alegre como la de ellos!
          Llegaron a la escuelita y fue grande la alegría de ver ¡cómo leían y escribían los niños! Unos afiches con mapas conceptuales y dibujos hechos con mucho entusiasmo y responsabilidad, adornaban las aulas, sin errores de ortografía y con todas las palabras bonitas que usan los chiquilines. ¡Qué educados son!, dijo el buen intendente de "Salí, si te Dejan" y se acomodó la peluquita color zanahoria. ¡Igualito que nuestros chicos!, dijo la seño Clota, defendiendo a sus alumnos. Todos se rieron. ¡Hasta las puntillas de los calzones asomaron muertas de risa! Lo que pasa, es que Clota nunca permitirá que traten mal a los niños.¡ Cómo debe ser! ¿Verdad?
         Recorrieron pueblitos y ciudades llenas de color y de historias viejas de nuestra Patria y raíces como país, aprendieron palabras en "aimará" y en "quechua" y comieron empanadas, carbonada, tamales y humita en chala. Dulces riquísimos de "tunas y frutas regionales" y también higos secos con nueces envueltos en azúcar. ¡Qué cosas ricas!
         No querían volver, pero un llamado con mucho amor de la escuela de Clota, hizo retornar a ese grupo bullicioso y feliz.
                            ¡Chau chicos, hasta la próxima vez, que volvamos a encontrarnos!

         Tolón tolón, tilín=tilín esta historia llegó a su fin.

                                       


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