Un deslizar de voces
y de gritos.
He caído antes
y después
y ahora.
Se oculta mi palabra,
en la ciénaga de aguas encrespadas
Se oculta en una bruma gris
la quimera del amanecer soleado.
Un cristal se transforma en espejo.
No se te oculta la voz ni el deseo.
Caen gotas de rubíes en mis manos.
Se mueven maniquíes de lana en mi alcoba.
La caída es suave, perfilada.
No hay paleta de colores en la tierra.
No volveré a caer, ni hoy ni mañana.
Los pies se mueven con un ritmo de danza.
Y el sudario se cae enrollado.
La corona de espinas se incrusta nuevamente.
Él comparte su Cruz y yo he caído.
Una
vez y otra vez. Nuevamente caí.
Sigo
cayendo.
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