La televisión ha cambiado nuestra vida. Mamá que ya va a
cumplir ochenta y nueve años vive con ternura la vida de otros desde su silla
de ruedas. Sigue las alternativas de sus actores favoritos como si fueran de su
familia. Ríe y llora según sepa le ha sucedido algo a quienes ella considera
son su "otra familia". No puedo decir que verla entretenida no me
disgusta, pero tengo que aceptar que a veces la cosa se pone extrema. Hace unos
meses, cuando llegué de mi trabajo la encontré llorando deseperadamente. En un
pequeño reino de Oriente Medio la famosa Reina Zenaide, esposa de un jeque,
supo que había quedado semi trastornada por un grave accidente sufrido por el
joven príncipe heredero. Como ella había visto su boda, seguido las alternativas
de su embarazo y el nacimiento, consideró ese hecho algo personal. Su tierna
relación a distancia la convulcionó y me hizo enojar. Quise apagar el T.V. pero
fue imposible.
Cansada de
su lamento -¡ La Reina
se ha vuelto Loca, debo hacer algo!- la insté a escribirle un mensaje por
Internet. Así fue que mamá de repente comenzó una idílica amistad con ella.
A poco de
este acontecimiento mi hermana que vive en París y que es unos años mayor que
yo, conoció a raíz de un hecho fortuito a un embajador de ese extraño país. No
me asombró, cuando con un fonograma comunicó su boda con Abdul Aba Razamin, un
robusto e inteligente príncipe árabe. Desde luego nosotros no pudimos acudir a
ese suceso, pero mamá inquieta como es, quiso mandarle algo especial que fuera
regalo de familia. Así fue que envió el antiguo reloj del abuelo. Una pieza
única de oro y plata .Es de 1895 y tiene cincelado en la tapa un conejo,(
admirablemente el símbolo del príncipe en cuestión) , además entre el
lapizlázuli y el oro brillan algunos pequeños diamantes. La cuerda funciona
perfectamente y lo han querido comprar muchos coleccionistas. Es su pequeño
tesoro y piensa que le dará suerte a nuestra querida Mónica.
Un nuevo
mensaje de su amiga la" Reina Loca", no nos pareció lógico. Le pedía
que viajara para casarse con su hermano. Ella después de la muerte de su
pequeño hijito, que cayó de un caballo en un bosque de palmeras y fue
arrastrado por más de quinientos metros, no puede siquiera responder a ninguna
de la preguntas de los funcionarios del gobierno. No puede pensar y sólo llora
de pena y dolor. ¿Qué madre podría soportar tanta desgracia?. El chiquilín
tenía apenas siete años. Mamá le escribió agradeciéndole ese privilegio y su
cariño pero le explicó su edad y su impedimento físico.
Hace unos
instantes he recibido un fax de Mónica comunicándonos que está embarazada,
justo cuando todos acá creíamos que eso era imposible ya, por su edad. Estamos
felicísimos, será un gran acontecimiento familiar. ¿Se imaginan lo que es ser
tía de un Príncipe árabe?. Tendré que buscar la forma de anunciárselo a nuestra
hermana Alicia que vive en Canadá. Acá en la Pampa todo es un lío ya que éramos una familia
muy sencilla y común, y de repente la T.V. y el Internet nos ha
cambiado la vida.
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