martes, 29 de diciembre de 2020

UNA APUESTA


                                   -¡Vos Julián no te vas y menos hoy!- escuchó el hombre- Sos indispensable y lo sabés, no jodás- y el miedo hizo que se metiera más y más en su silencio. Las palabras del “Mosca” no eran ni media broma. La amenaza le decía clarito que no podría irse. Un terror feroz le indicaba que esa noche, si desobedecía, iba a ser “boleta”. Cerraron más temprano las puertas. El ruido infernal de los otros que golpeaban con los platos, era otra amenaza. Vino un guardia, no era el que les traía las armas. Era otro, ese no sabía nada. Los hizo callar y se fue. Al rato vino el que entraba las drogas y las cosas que tenían prohibidas. Se acercó y le metió un papel en la boca. Miradas solapadas, le decían que no tenía alternativa. Apagaron las luces y como todas las noches sacaron los espejos y con golpes en los caños del desagüe mandaron el “mensaje” – Julián, ni pensés que te podés ir. No se pudo dormir. En toda la noche se desenredó su sueño de ver a los pibes y a la vieja.

                                   A la mañana siguiente, el director enojado, le había obligado a presentarse en la oficina. – Usted Julián Manrique, ha demostrado que puede. Su buena conducta, le permite irse, está en libertad. Cumplió la condena que la sociedad le impuso..., bla..., bla y bla.- Pero ¡Julián sabía, que afuera también lo estarían esperando! Las apuestas adentro y desde afuera eran muy fuertes. Salió cabizbajo y escuchando su voz, que no podía creer había pronunciado un rotundo NO.

                                   Los billetes brillaron en su cucheta, cuando vio que el “Chulo” le mostraba la hoja afilada de una chuza contrabandeada por el guardia “Ese”. Trató de dormir. No pudo. A las diez en punto esa otra mañana, comenzaba el campeonato. Todos habían apostado a él. No tenía escapatoria.¡La puta madre, justo ahora, que se le cumplía la condena! 

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