En el principio fue silencio, oscuridad y soledad
Vino una Luci-Eva primigenia y apareó la vida
Construyó el zahara, la sabana y la selva prieta
Se pobló de fieras, áspid y corzuelas. Hubo elefantes,
Cebras, pájaros y simios que transportaron fuerza.
Tribus abiertas en abanicos múltiples. Guerras. Sangre.
Hombres de piel oscura sobre oro, diamantes y más sangre.
Un amanecer de hoy provoca el ardor procaz de ser esclavos.
Negritud impotente desde fuera, desde adentro, muerte.
Mucha sangre corre por sus ríos y la selva se deshace
en destierro de belleza y crece el desierto.
África tribal y circunspecta donde aun se teme a los espíritus
Donde se vende el osario de los niños albinos,
donde se canta y baila con ancestros peregrinos.
Ciudades cosmopolitas y chozas olvidadas con rostros
y máscaras antiguas, ruido y bullicio en calles atiborradas
donde se vende el alma por un mendrugo y agua limpia.
Pastores de ovejas, caravanas de camellos, políticos turbios,
Misioneros de barba blanca y voz extraña invitando a un templo.
Hay mucha sangre entre las tribus a pesar de los blancos
que se llevaron todo y dejaron el odio, sus flaquezas.
Hay niños de la guerra, territorios de HIV donde la muerte acecha.
Hay maravillas de antaño junto al Nilo, templos de Etíopes en piedra,
Construcciones enormes en ciudades que ocultan su belleza.
África desparramada en balsas por el Mediterráneo
huyen de la pobreza, el hambre y la falta de agua,
caen con su tristeza en territorios hostiles. Ajenos al dolor.
¿Qué le ha dejado sino la esclavitud o la esperanza, el hombre blanco?
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