He quedado
prisionera de la música graciosa de una mirada
Como
colegiala perdida en el jardín de la casona antigua de la vida
Como un
trajinar de pájaros que trinan asustados en el amanecer
Tan apurada
que el sol apenas brilla en las hojas del manzano en flor
Tan alegre
como la mascota de un niño ciego que merodea entre sus manos
He quedado
perdida en las tablas de una hamaca colgada del balcón
He quedado
sorprendida en el momento de sabia ternura de la tierra
Allí donde
cambia de color la luna y se torna roja. Imprescindible.
Allí donde
entornan los párpados el rumor de la ausencia que llora
Ha partido
una mariposa de su crisálida infinita y sedosa. Amor.
Arde
nuestra mirada al infinito, amanece en nuestro corazón
Hay un
murmullo de sirenas y náyades de cristal y terciopelo, cantan.
Habrá una
cítara desgranando su sonido angelical en la penumbra.
Cabalgará
un unicornio frente a la playa desierta de nuestra mirada.
¿Dónde
quedará la suave melodía del palpitar del corazón quieto?
Se perderá
en la noche un suspiro y un beso milenario. Amor.
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