El hermoso muchachito, fue criado por su abuela. Su madre había soñado con tener
a su pequeño, sabiendo la fragilidad de su salud. Al nacer, pasados algunos meses,
se fue apagando como la luz de un candil. Una mañana de otoño, la dejaron junto a
su padre en el camposanto del pueblo.
La abuela, dulce y generosa se atrevió a desafiar la ira y lo educó con esmero. Toda su infancia fue estimulado y era feliz por eso y solo por eso vivía haciéndole chanzas y bromas a sus amigos. Ellos lo querían por su buena predisposición y generosidad. Cuando terminó el ciclo secundario y su pueblo no tenía nada para darle, los profesores – amigos, lo instaron a viajar a la capital para ingresar a la universidad. Allí logró honores y premios, becas y apoyo económico y además el reconocimiento al alumno más divertido y brillante para los actos académicos, donde descollaba por su ingenio. También conoció a una joven inteligente, culta y refinada, a quien amó con presteza. Loco de ternura y emoción la desposó en breve tiempo, formando una familia hermosa y muy graciosa. Al tiempo nació su pequeña hija Anelisa y después el pícaro Lautaro, que llenaba de dulzura sus vidas. Eso no impedía que en el club y en su oficina, José Carlos no siguiera con esa retahíla y chascos de mil formas y modos con sus amigos y compañeros. ¡Se la tenían jurada!
Una mañana envió a su amada Lucrecia con los niños a su avioneta particular a buscar a su adorada abuela. Allá fue la amante esposa y sus retoños. Cuando promediaba el medio día en su oficina comenzó a zumbar el fax. Mientras leía, un dolor agudo comenzó a presionarle el pecho. Se ahogaba y perdió lentamente la visión. “Terrible accidente, avión estrellado en las sierras” ¡Imposible recuperar a tu familia...! La luz se iba apagando en sus ojos, una sombra gris rojiza afloraba delante de sus manos que alcanzaron a tomar con fuerza el calendario que en letras claras en color fosforescente decía... “El 28 de diciembre Día de los santos inocentes...” ¡Caíste en nuestras manos... tus amigos del club...! Y cayó sin vida sobre su escritorio.
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