EL TESTAMENTO
Tal vez tenga que escribir algo nuevo sobre
papel blanco, con tinta
azul, o negra, o roja, como el color de mi
sangre,…aunque se esté
volviendo
agua, por la leucemia que me está consumiendo.
Redactemos
de nuevo. ¿Por qué hay trescientas cuarenta y dos
cucharitas,
si en el inventario anterior, eran trescientos cincuenta?
Este papel
es bien blanco, me gusta, sedoso al tacto. No se puede
alterar la
tinta de lo escrito.
Hay menos
cuchillos y tenedores .El personal no es confiable.
Tengo
sueño, estas drogas son muy fuertes, me recostaré.
--- Shh! Sr. Juan?...Shh! Don Juan?
--- ¿Quien
anda ahí?
--- Soy
yo, la que habla con usted cuando se duerme.
--- Me ayudaras con el testamento, el otro no
sirvió. El papel, malísimo.
--- Sabe
Don, me tendría que ir a un lugar oscuro, la biblioteca, pero esta
vez escríbalo usted, Yo me lo sé de
memoria.
--- Por
favor, usted tiene mejor letra y es como Kodama para mis ojos.
--- Usted
no es ciego Señor Juan.
--- Por favor, siéntese en el rincón. En la
penumbra. Dícteme. Me quedé
en los cubiertos de la cocina.
--- Como
siempre, no avanzamos nada.
--- Esta
vez sí lo lograremos, el papel se dispone ligero. Anotemos, ollas
en total, veinticinco, sartenes, tres y una
paila de cobre. Platos hondos
trescientos. Playos sesenta y tres. Ahora
entiendo el lío, a la hora de
comer. Camas, doscientas una, repartidas, en noventa y
cinco en el
ala este, y ciento cinco en el ala oeste.
--- Le
faltó una, ¿o no sabe sumar?
--- La que
falta se mandó a soldar. Los juegos de sillones, cuatro en la
planta baja y dos en el recibidor de la
planta alta. Todo el material de
mi laboratorio, lo voy a donar a la escuela
de discapacitados.
--- ¿De su
laboratorio? ¿Y para que lo quieren los discapacitados?
--- El
gimnasio con todas sus máquinas a los jubilados de Gral. Las Heras.
--- ¿Y por
que tan lejos?
--- ¡En
honor a mi General. Era pariente mío, por una bisabuela lejana.
--- Las
bisabuelas, no son lejanas.
--- A
usted que le importa la distancia. Tome, siga escribiendo, yo tengo
La mano acalambrada.
--- ¿Y la
casa?
--- Eso es
lo que me está volviendo loco, a quien le puedo dejar semejante
construcción, y que la use con el debido
respeto que se merece.
--- Shhhh!
Sr. Juan? Despierte es la hora de la cena. ¿Va a bajar al comedor?
Sr. Juan.
No, no tengo hambre. ¿Hay invitados?
--- Los
mismos de siempre.
--- Casi
terminábamos el testamento, si no fuera por su interrupción.
--- El día
que Usted termine ese dichoso testamento, vamos a hacer una fiesta.
---
Disculpe, le encargo las ocho cucharitas de postre que me están faltando.
--- Está
bien, ya las vamos a ubicar.
--- Hoy
prefiero que me traigan la cena a mi recámara, a un Rey, hay que
servirlo, antes de los días de su muerte.
--- Esta
bien Sr. Rey, lo que Ud. disponga.
--- Las
copas. Me faltaron las copas. Es lo más importante, son la herencia
de Eva Perón, me las trajo mi tocayo,
Juancito Duarte, a escondidas
del General.
---
Shhhh!...Shhh!...¿Sr. Juan?
--- ¿Quién
anda ahí?
--- Yo, la
que lo acompaña cuando Ud.duerme.
--- Pero
ahora estoy despierto, acabo de comer mi cena. ¿Dónde estás?
--- Estoy
escondida, detrás de su almohada.
--- Estoy
cansado, comí mucho y no tengo ganas de pensar. Me
faltaron las copas, son muy importantes
para mí esas copas. ¿Dónde..?
--- En la
penumbra de su biblioteca.
--- No,
donde están las copas?
---
Terminemos con el testamento ¡CARAJO! ¿Hasta cuando me va a tener
sentada en la penumbra?
---
¿Encontró las cucharitas que faltan?
---
Pregúntele al pueblo, haga una encuesta, déjeme de joder con los
cubiertos, terminemos de una vez, y póngale
esa firma ridícula.
--- Tenga,
cuidado, no se sebe conmigo, yo soy el pobre Juan, tengo
Una sola y
única debilidad, escribir con tinta color violeta.
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