La Dulce Pamela, era la chica más linda de la Villa y todos los
“moscardones” la seguían. Ella no les dirigía ni una mirada. Sólo, sonreía a
Délfor, el hijo del contador del banco, que era según las tías y su madre: “El
candidato”. Un día, cuando el padre de Pamela abrió el periódico matutino y
leyó el aviso, casi se infarta. Aviso e invitación: “El próximo sábado, con misa de tarde, se realizará la boda de la
señorita Dulce Pamela Paiva con el joven Lindor Robledo” luego se servirá un
lunch en el club social de Villa la
Virtud.
El grito se escuchó desde la cocina.
Dulce al leer semejante barbaridad, se largó a llorar y se desmayó. ¡Era una
mentira! Como un rayo los padres fueron a la escuela, a la Catedral y al diario a
indagar por ese mensaje. Era un chiste de sus compañeros que se burlaban de
Dulce y del pobre Lindor, joven de muy cortas luces e inteligencia, pobre como
las ratas y tímido como el chajá. La historia, todavía se relata. Dulce se fue
del pueblo y no regresó jamás.
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