AL MUNDIAL...
Hoy
se armó en casa. Carlota así como así, largó la célebre frase del tenista
argentino Guillermo Vilas: “ El césped es para las vacas”. Estábamos
desayunando y despiertos desde las cuatro y veinticinco, para ver el partido en
Berlín, entre Ghana y Holanda. Papá tenía unas ojeras que parecían las cortinas
del teatro Independencia y Lucas enrojecía todo el partido con sus córneas
rubicundas por los rayos catódicos. Mi corazón estaba dando su quinta vuelta
olímpica a la cancha de Berlín porque si Holanda le ganaba a Ghana, podíamos
perder el campeonato. Carlota nos miró con desprecio y pronunció otra de sus
macabras palabras. “Son verdaderos idiotas”. Todavía no comprendo cómo papá no
le sacudió un tortazo. ¡Se lo merecía!
Llegó mamá con su décimo
termo de agua para el mate. Sacó unas galletitas y las puso sobre la mesa.
Automáticamente comenzamos a engullir sin mirar si tenían arsénico o naftalina.
El penal nos puso de pie. A cada movimiento de los jugadores, nos movíamos como
títeres o titanes en el ring. Un chiflido esparcido por el living fue el
resultado del penal. ¡Animal!- gritó papá fuera de sí. Carlota volvió sobre
nuestra loca esperanza diciendo que sólo unos tarados, pueden salirse de sus
cabales por un partido entre un montón de negros del quinto mundo contra otro
montón de negros del primer mundo. De verdad todos los jugadores son africanos.
Bueno; ni la miramos, como te imaginás, aunque papá se la quiso masticar cruda
por lo de “quinto y tercer mundo”. Muy discriminatorio…
Mamá comenzó a preparar
nuestras mochilas. Ese día, era un día más, de nuestras obligaciones, que
estaban detenidas en el tiempo. ¡Mi hermana sacó sus libros de la biblioteca! y
comenzó a buscar entre las páginas de un atlas.- ¿Dónde queda Ghana?- nos
preguntó- ¿Dónde quedaba Ghana? La verdad ni idea, en África seguro, pero el
sitio exacto… no. Una imagen de chicos hambrientos quedó suspendida sobre
nuestros ojos. -¡Esto es Ghana! - dijo. Papá saltó y le dio un zamarrón. Mamá
sin decir una palabra tomó una tijera y luego de desenchufar el televisor,
cortó el cable que nos unía al partido con Berlín. Igual perdimos el mundial,
pero sigo pensando que Carlota es una amargada. Sólo piensa en cosas serias.
En el próximo mundial de
fútbol, voy a juntar tanta plata como pueda, para ir a ver los partidos al
país, en donde se jueguen. Ya verá
Carlota cuando ella no pueda viajar con nosotros. Seguro que para ese viaje,
todos se van a querer anotar. Mamá, dijo muy seria, que nunca más nos va a
permitir salir de la cama a horas desopilantes por un partido de fútbol; pero
hace unos días atrás, descubrimos, que a las cuatro de la mañana estaban con
papá viendo un partido de básquet en Japón, donde jugaban argentinos para las
próximas olimpíadas. Con Carlota seguimos peleando, pero ella es una chiquilina
con sólo trece años. ¡Es una idiota! Ya va a crecer y se pondrá la camiseta. Ya
verán, cuando se ponga de novia, tendrá que ver todos los mundiales de por
vida. ¿Qué novio o marido, se aguantará que le prohíban ver fútbol?
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