RUTA HACIA
EL FUTURO Y LA NIEBLA.
Siento
las piernas livianas. Corro para trepar a mi avión. ¡Soy feliz, por fin podré
demostrar todo lo que he aprendido en mi entrenamiento!
La
cabina tiene un tamaño cada vez más estrecho a pesar de los años en que
aprendí, practiqué y subí para hacer las maniobras de rutina. La orden fue
súbita...
-" Tenemos un
enfrentamiento con un enemigo claro"- "Hemos tomado las Islas después
de cientos de años " - " Nos espera un desafío irracional"...- Y
yo en mi A 4C ,
ágil y raudo hacia el sur con mi soledad. Mi juventud a flor de piel como una
sazón y lustre épico. El ruido ensordecedor de los motores y el viento pegando
en las alas y en el fuselaje. ¡Ahora tengo misiles que me protegen!, pienso mientras
aprieto con mis manos el costado de las piernas donde sobresalen los elementos
de supervivencia...- Si me eyecto los necesitaré- , pero siento un ruido
ensordecedor...el plexiglás está tremolando como la montura briosa de un
caballo desbocado. Tiemblo. Tiembla. Tengo miedo y transpiro a pesar de que
afuera hacen diecisiete grados bajo cero y acá en la pequeña cabina deben hacer
más de doscientos grados. Es como en un desierto, hace un calor insoportable,
hace frío intenso y yo ya no siento nada más que el silbido agudo del viento
entre los alerones, la tobera y las alas...y el aullido grotesco de la carlinga
de plástico que sigue trepidando. Miro afuera de mi tumba de metal... ¿Por qué
veo las nubes sombrías que me aprietan, me ahogan, me separan del mundo
exterior? Son nubarrones oscuros y premonitorios y agoreros, entre ellos...-
¡No puede ser!- Sí, ¿allí veo a Roberto, mi hermano gemelo?
Y... ¿en una tanqueta
por entre las nubes? ¿Imposible que él se mueva así entre nubes si soy yo el
que vuela en un avión de caza? ¡Y ahora
me hace señas con su mano en alto! ¿Qué me quiere decir? ¡No le
entiendo! Voy a girar sobre el ala derecha para verlo mejor y...-¡No, entre el
infierno nuboso emerge un "Sea Arrier" enemigo...veo la estela del
misil, la veo!- Aprieto el botón rojo
dos veces..., ahí van, ven malditos como salen airosos los dos misiles
plateados como aves de invierno. Siento el fogonazo. Veo la estela de fuego
casi dentro de mi cerebro y siento el
tremendo estruendo y el golpe en el fuselaje. Me vuelvo y la cabeza me golpea y
atruena en mi pecho y veo como el avión comienza a desintegrarse mientras yo me
eyecto. Los casi novecientos kilómetros por hora estallan en mi pecho.
¡He perdido el casco y mis guantes y mi reloj
y mis antiparras y mi manguera de oxígeno! Todo. Perdí todo.
-¡Roberto, hermano, estoy gritando, ayúdame
que tengo mucho frío!- pienso- ¡Gracias a Dios tu tanqueta está preparada para
socorrerme! – Él, otra vez, no entiendo lo que dice:
- ¡Manfredo, hermano, corre que atrás hay otro
misil del enemigo!- y trato de correr y siento pesadas las piernas con tantas
correas del asiento eyectable y el paracaídas que me lleva lentamente hacia la
tierra, y el frío terrible y el dolor atroz en las manos y en las piernas. Ya
no siento la cabeza. Seguro que mi gemelo me ayudará. Sus compañeros, en cuanto
llegue a tierra, me van a recoger y abrigarán. Entonces todo estará bien. Ya
veremos. Cierto, ya veremos...
Allá entre las suaves colinas de
húmeda turba encontraré sus brazos. Mi hermano me vuelve a hacer señas que no
entiendo. ¿Entre las nubes? Me vuelvo, no puede ser... ¿mi avión estrellado
entre unas rocas? ¿ fuego y un estampido?...y estas correas que no me dejan
separar de mi asiento y me desprendo y camino sobre el agua y saludo a los
jóvenes soldados sin piernas, sin cabezas, sin rostros, sin manos, sin nombre y
me sorprendo porque no lo encuentro...¡No encuentro a Roberto, mi gemelo en su
tanqueta!-¿Por qué?- Allá escucho a gente que vocifera..."Argentina...,
Argentina...Argentina..." y el obelisco y mamá con una enorme bandera que
se agita y mi padre entre millones de personas que cantan el Himno, y siento
que ya no tengo ni mis pies ni mis manos ni mi avión ni mi orgullo ni mi frente
ni oyen que los llamo.¿Dónde estoy? ¡No
puede ser!
-¡Atento
Manfredo, atento, sobrevuele el objetivo!-, y ahora, ¿por qué?...siento la voz
urgente de mi guía derecho, me urge apretar el botón rojo... ¡No lo puedo encontrar! ¿Dónde están mis manos?
-¡Manfredo
atento a su derecha avión enemigo!-estoy escuchando la voz clara de Gustavo
P.J. y veo el fuego del misil y maniobro en escapada hacia la izquierda y veo
fuego por todos lados y el calor agobiante. Y el ruido ensordecedor, y más
calor. Explota el avión de mi guía. No veo...no veo nada. Silencio. Soledad.
Muerte.
Ahora...
Camino
sobre las aguas. Por las colinas de turberas, ya nadie me responde.
"ARGENTINA...ARGENTINA......ARGENTINA......ARGENTINA.....argentina......argentina........argen..........arg...........ah...........ay...
¡Ay...Patria Mía....!”
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