USTED NO LO CREERÁ
Desperté
y ahí estaba parada. Era una figura enorme vestida de blanco. Pensé. Me he
muerto y estoy frente a Dios. Yo no tenía, en realidad la necesidad de hacer lo
que había hecho, pero, ¡ claro el mundo actual exige tanto de la mujer que
ahorré y ahorré hasta conseguir el dinero justo! No se crean que fue fácil.
Todo lo contrario.
Como
les decía, desperté mareada y somnolienta, como perdida en un mundo
inexplicable donde se me mezclaba el
antes y el ahora. Había logrado hacer mi sueño. Luciría como una de esas
rubias monumentales de la tele o de las revistas de moda. La idea fue en
principio de las chicas de la oficina, que me llenaron la cabeza cuando llegó
el nuevo secretario del gerente y comenzó a decirme esas cosas que hacen poner
la piel de pollo. Era lindo escucharlo acercarse a mi nuca y murmurar elogios
con el aliento justo, justo en la parte de la nuca donde nace el cabello.
Ellas, las chicas, que ya están más allá de los cuarenta, me tienen de osito de
peluche. Mis veintiocho años, son para ellas un desafío. Tienen que conseguirme
un novio. Eso dicen, un amante o un marido. Cosa a la que le tengo terror,
después de ver cómo se llevaban mis padres y las peleas que tienen mis primas y
amigas casadas. En definitiva, siempre están solas. Si no es por el fútbol, es
el trabajo o la reunión en el comité, la cuestión es que siempre salen solas o
con los hijos. Con el marido, sólo a velorios o cumpleaños de familiares. Los
domingos a la casa de la suegra o de las cuñadas, que se quedan solas, luego de
cocinar como Chichita de Erquiaga, a lavar los platos y a jugar a alas cartas
entre ellas o ver una película en la tele. De los hombres, ni la sombra. ¡ Eso
sí, si ellos regresan y ellas han osado ir de vidrieras o a la casa de su madre
o qué se yo, a ver a alguna amiga..., se arma la gorda! ¿Qué necesidad tenés de
ir sola a lo de tu vieja? O ¿Qué vas a buscar a la casa de fulana o de mengana?
Yo no tengo interés de casarme. Mejor soy amiga o amante.
Bueno,
desperté y allí, muy seria una enfermera revisaba los finos tubos de acrílico
del suero, que penetraba suavemente por mis doloridas venas. Imaginé lo bien
que me quedaría el vestido verde que me regaló Rolo, el secretario del gerente.
Y la remera negra bordada con lentejuelas plateadas. Esperé para hablar, pero
hice un enorme esfuerzo y no pude articular palabra. La anestesia no me dejaba
todavía articular bien. Salió un suspiro de mis labios que se perdió en el
entrecejo de la enfermera. Era una robusta morena a la que no le hacía falta la
operación a la que yo me había sometido. Me miraba seria y con cara de pocos
amigos. Me dormí, eso creo. Soñé con la playa. Es decir con las últimas
vacaciones en Mar de Ajó. Las olas me acariciaban el cuerpo y un sin número de
hermosos jóvenes, me rodeaban para decirme palabras escabrosas. Eso me hacía
sentir muy feliz, había conquistado un público inesperado, en mi sueño, que
admiraba mi cuerpo enfundado en una bikini mínima.
lL grave fue cuando me dijo: - Ahora señor puede usar la ropa que tanto le gustaba.- Yo no entendía nada. Si sólo era agrandarme las "lolas"... pero dijo:- ¡Su nueva identidad como hombre es Raúl Fernández. Dejó de ser María Eugenia Fernández! y a mi lado un tipo lloraba a gritos porque le hicieron lolas en lugar de darle una buena dosis de testosterona y agrandarle el pene.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario