¿QUIÉN PODÍA
EXTRAÑAR EL BESO DE LA LUNA ?
Y fue en la noche
que cayó una lágrima
sedienta de simpleza
cuando un murmullo
de acequia adormecía
el suelo y
la canción trataba
de soltarse.
Nadie escuchó la
caída desde el sueño.
¿Quién podía
extrañar el beso de la luna?
Si en cada estribo
de sus besos
queda una astilla
que se arquea hacia lo
infinito del
silencio.
Una lágrima
cayó sobre el
corazón alterado de tristeza
y allí
creció con un dolor
plateado
con pétalos de ámbar
fue
un dolor nuevo,
noble, saturado
de perfume a
violetas
cargado de prestigio
solidario con
estrellas dormidas.
Un dolor
que se agitó
sorprendido
con los sueños
aciagos y
mañana
tal vez mañana,
frutecerán las manos
dejará que crezca un
mundo de arlequines
arropados saltarines
de colores vistosos
carcajadas de niño,
esperanza.
Ahora cierra la
noche una guiñada fresca entre las nubes.
Ahí te escondes
con cada párpado
cerrado de la luna.
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