lunes, 22 de agosto de 2016

NIEVA EN LA DACHA- parte 2


La casa perdió la pujanza de los brazos del muchacho que con treinta años había logrado formar un hogar. Svetlana sabía lo que era perder al hombre, ella despidió a su esposo cuando fue a la guerra y nunca volvió. Una breve nota que trajo el comisario le anotició su muerte en combate.

Ambas mujeres no bajaron los brazos y lucharon para seguir adelante. Natasha, había quedado embarazada y así nació la pequeña Anusha. Nunca conoció a su padre, pero la vieja le hizo conocer a ese hijo que se llevó la nieve.

Yerko creció con las habilidades de un bravo campesino. Hachaba los enormes troncos, agregaba alimento a las vacas y ovejas y aprendió a montar. La vida no era fácil, pero con parquedad y alegría vendiendo lana y leche, quesos y mantas que tejían al telar las mujeres salieron adelante.

-          ¿Yerko, quieres comer un pan recién horneado y tocino?- le invitaba la anciana cada mañana antes que saliera a realizar las duras tareas de la dacha.

-          ¡Ni loco como eso, si no le agregas unos buenos huevos revueltos!- y reían porque la abuela guiñaba a la madre sabiendo que ya estaban en el plato.

-          ¿Y yo?- Nada para mí, claro el señor de la casa es el mimado de las dos.

-          Vamos que perderás esa cintura de abeja reina y no te casarás jamás, decían riendo a coro los tres.

-          No me interesa. Además con quién creen que viviendo acá me voy a casar.

-          Ya te llevaremos a la ciudad, o a la aldea. Allí conocerás a un hermoso “príncipe” que te abrazará y pedirá tu mano- se burlaba Yerko.

-          Me conformo con un campesino que sea como tú. Trabajador y bueno.

-          ¡Ja , ja, ja, qué crees que hay dos como tu hermano? – y así pasaban las semanas.

Llegó el invierno y Natasha salió en busca de un médico para Svetlana, que tenía una tos copiosa y dura. Cuando regresó la anciana deliraba y costaba hacerle comer o beber. Lucharon contra el frío y la edad. Sólo la esperanza de ver a los nietos formando una familia, logró sacar adelante a la abuela.

Pasaron cuatro años y ya al límite, Svetlana cerró su corazón para acompañar al viejo soldado. Yerko y Anusha, lloraron copiosamente, Natasha de la mano de su suegra, despidió a Igor para siempre. Juntos cuidarían de la pequeña familia. En el templo, donde se despedía a la abuela, Anusha conoció a un vecino que le trastornó el corazón y supo que la anciana se lo había mandado para que fuera su compañero.

Yerko, se quedó un tiempo con la madre. Cuando lo buscaron para ir a la guerra, Natasha, lo escondió en el bosque. No quiso repetir la historia de la suegra. Ahora, después de las nevadas, lo envió a la aldea, a la feria para que buscara una campesina que quisiera casarse con él. ¿Y vaya si la encontró! Una robusta y exuberante muchacha que lo amó hasta que fueron ancianos.

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