sábado, 9 de mayo de 2020

EL ACCIDENTE




Cuando se fue a la  madrugada  dijo que “que me  amaría  siempre. Se fue. Habíamos peleado porque yo no tenía trabajo todavía. Esa mañana me contestaron de un banco que me harían una entrevista, pero no me creyó. Ella vino a los dos días. Era de noche y estaba muy nerviosa. Se encerró en el baño del fondo. Allí  se quedaba hora mirándose al espejo y yo la espiaba, porque la adoro. Siempre pensé que sería definitivamente mía. Construiría un castillo mágico lleno de sorpresas. ¡Me encantaba pensar en ella como una de esas modelos de la televisión!
El barrio para ella era una tumba. Odiaba a las vecinas chismosas y charlatanas que nos espiaban. Jamás saludó a nadie hasta ese día en que al muchachito de enfrente a casa lo atropelló un tipo y huyó. ¡El muy cobarde!  Las ambulancias rugían con sus sirenas insistentes.  Una terrible tragedia había ocurrido en ese espacio tranquilo. Destruyendo la paz, en el tranquilo barrio obrero. La policía, llegó rápido y acordonó el sitio... los periodistas de siempre parecían aves de rapiña buscando mostrar algo, sí, algo, porque ni el maldito que atropelló ni el chico estaban ahí. Y las pocas vecinas, esas que siempre se paraban a chusmear, se escondieron como ratas. Extrajeron los dichos de una nena de ocho años, que se sentía actriz de cine, se ponía en pose y exclamaba haber estado presente y decía como era el auto y quién sabe qué pavadas más. También los abuelos que la criaban hablaban con soltura. De todos modos era claro que nadie había visto la placa del auto ni el color del vehículo. Heridos hay, como una docena en la ciudad por la misma causa. Pero mi enamorada se acercó a la madre y trató de abrazarla. Era la primera vez que la veía en esa forma amable y tierna. La investigación los llevaba a una calle sin salida hasta que de pronto en un rincón encuentran un trozo de plástico muy nuevo y de color cobalto que no se fabrica en el país. Con eso  se podría lograr acertar en la búsqueda del agresor.
Así supe a los días que el chico había sobrevivido, pero con una marca indeleble por los golpes y que mí adorada, en realidad no se quería ir y sería mi compañera para siempre.

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