miércoles, 13 de mayo de 2020

VUELO DE AMOR


Parece un ave rapaz, con plumas ásperas como andrajos que caen sobre la roca. No es otra que la joven Adelaida. Vivió un idilio con un Ícaro imposible. La joven quedó extasiada con la mansedumbre del muchacho pájaro. Usó un idioma inexistente. Algo arcaico y sin traducción posible.
Ahora, está acá, jugando en la rivera del río, sólo ataviada por un enorme abanico de alas de mariposas. En su larga cabellera lleva un adorno de perlas extraídas de su vestido de novia. No pudo usarlo. Canta, Adelaida canta y rueda sobre una alfombra de pequeños escarabajos de vidrio. Sus ojos de lluvia atraviesan la constelación de espejos donde se refleja un sueño.
El no regresa de su vuelo al sol. La saludó desde el aire; con la mano sostenía plumas con anzuelos de acero, sonrisa de cera que derretía el calor. Un enorme fuego cuadrado lo envuelve en sombras. No existe. Adelaida llora pétalos de manzana. El piloto del ensueño vuela dando vueltas y vueltas entre los álamos. Se ha quedado sin alas. ¿Adónde estará el nido de su amado?

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