“Una vez que la esperanza entra en tu sangre, nunca la
abandona.”Autor desconocido.
El despertar de la selva es una
fiesta de rumores y colores de arco iris. Los árboles se estremecen con la
algarabía de insectos y pájaros. Pechitos colorados, blancos y naranja,
revolotean en el remanso de la aguas del arroyo La Tuca.
Una vez o dos al año, cuando
comienza el invierno se despojan las plantas de alas y parloteo de cotorras
parlanchinas. Cuando vienen las lluvias y crece el río se lleva los nidos de
los ánades y patos silvestres. Es el tiempo en que los hombres juntan las
cachas y huyen hasta el terraplén de la ruta.
Se ven las lanchas de prefectura
buscando algún rezagado o una anciana que no puede andar por los arrebatos del
agua que trae todo tipo de arrastre: árboles, animales, trozos de ranchos…
hasta se ha visto chapas del algún galpón derribado en su furia.
En tiempo de bonanza, es una gloria.
El pasto alto atrae al bichaje que engorda para la seca. El maíz, el arroz, la
soja y el girasol, crece con la libertad de la abundancia.
A veces en el camalotal, baja una
yarará o una coral. Por eso hay trampas para no despistarse. Allá en medio de
la tierra se eleva un rancho.
Parece un tacurú en medio de la
tierra apelmazada, del erial que rodea las paredes de caña y barro. Un ombú le
da sombra como al descuido y levanta esa sombra que tanto anhela la calurosa
faena de todos los días.
Al amanecer un gallo se despierta y
con el rocío se eleva una niebla dulce que moja despacito la piel de las vacas
y ovejas. Con ellos se despiertan Simón y la Petrona. Los chicos aun duermen
hasta que el sol calienta a un poco la mañana.
Viene el tiempo de ubres y espumosa leche
tibia. De agua en el tizne de una sufrida pava renegrida. Los niños se
despiertan y la cháchara inocente envuelve la tabla de la mesa. El Simón de
trote al cuartel del sur y la
Petrona a la prisa. Ya viene el carretón para llevarlos al
pueblo. La maestra espera y no hay que desperdiciar sus palabras y cuentos. A
lo lejos, se escucha el griterío, vienen en remolino de distintos tamaños y
voces a destajo. Van a la escuela.
Más tarde recoge los huevos de los
nidos, hay conejitos nuevos y una cabra ha parido. Limpia la tierra con la
escoba húmeda y los pisos se quejan. Lava la ropa en el arroyo y son alas de
palomas colgadas en los hilos. Es la vida de nuestros campesinos en la inmensa
tierra que Dios nos ha dado. Son la esperanza de una vida mejor en nuestra
patria. Son una alegría para el futuro.
Cuando llega la noche y se enciende
el cielo de un color violeta, una lámpara deja una luz diseminar paz y memoria
para el descanso.
Si el cielo en cierne descontrola
esa serenidad… y desgarra en rayos y truenos su orden milenario, viene la ira y
el Río Bermellón rompe el pacto de amor con sus hijos, mañana se iniciará una
embestida bestial rompiendo todo.
Simón y la Patrona , sacan la pala
grande, hacen con las cenizas la Cruz
Bendita y ahuyentan la tormenta como le enseñó el abuelo.
Echan sal al aire y hojas de laurel. Se arrodillan y rezan como niños pequeños,
oraciones antiguas de sus ancestros.
La esperanza los guía. Los guía un
sueño.
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