Carga tiene la penumbra de barriletes perdidos entre nubes de cenizas.
Y es un lomo perpetuo de arena el que sube y baja por el solitario camino
donde avanza la rueda rústica saltando entre las piedras
estacionada la alameda y la calle con bordes desflecados de cielo.
Las alforjas están llenas de miedo y pesadumbre
se siente alarmada la voz de los candiles que amarillos enredan voces
pidiendo piedad por sus heridas.
Las rejas atropellan la inocencia el espacio se achica se agranda
nada tiembla sino la mano de los niños
las ventanas se cierran. El sueño está despierto y alerta.
Somos prisioneros de los goces infernales de ricos oropeles.
El fieltro sume al paso de alfombras arrimadas al silencio. La noche
se esconde en las veredas. Cuanta luna perdida tras el duro metal de
las ventanas. Cuanta niebla. Cuanta niebla.
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