lunes, 4 de noviembre de 2024

DOS MIL VEINTE

 

Como alfiles, caen

Como estacas, caen

Como hojas de agudas puntas, que se yerguen

Como rayos en medio de una tormenta se evaporan

Como látigos furiosos se deslizan

Son los muertos.

Crucificando cada día nuestra espera

Codificando el almanaque con sus nombres

Revolviendo nuestras penas que se arrastran

Resonando con silencios fantasmales

Repitiendo preces a los ángeles dormidos

Son los muertos

Día a día, caen como pétalos marchitos

Noche a noche, en insomnio sin interrupciones

Madrugadas sedientas de lágrimas estériles

Amaneceres de espera y de clamores.

Son los muertos

Es la Peste

Es el Miedo

Es la Pena

Es la Vida que se escapa de las manos.

¿Dónde el Hombre derrumbado?

¿Dónde la Cruz del Martirio?

¿Dónde la promesa del futuro?

¿Dónde?

Un misterio que el demiurgo esconde.

Y los muertos que avanzan por los valles,

por las calles, por la tierra.

Es la espera

Es el silencio

Es la muerte.

 

 

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