Veo las pisadas en las losas del suelo en el largo pasillo que llega hasta la puerta del jardín. El frente de la casa está casi escondido entre los arbustos que amo. Allí, suelo acurrucarme para espiar a los pájaros que cantan sin advertir el peligro. ¡Porque hay mucho peligro en ese parque! Son plantas de pies entintados de sangre.
Me llamo "Cosme". Tengo que ser cauteloso. Pronto ingresarán extraños a la gran casa. Lástima que Iñigo no me pueda ver. Tampoco Desireé. Ellos salieron hace muchas horas. Llevaban sus maletas para hacer un verdadero viaje.
Si me deslizo por el costado del ventanal del sur, puedo ver el desastre que dejó ella. Hay un cuerpo cerca de la cama y las cortinas se arremolinan sobre la sangre con el aire fresco que entra por el vidrio roto. El ruido fue un mensajero de malas noticias. Por allí ingresó. Y por ese mismo lugar salió corriendo, pero regresó a buscar algo.
Estaba desesperada. Revolvió cada cajón, estante, hueco del dormitorio. Luego fue por los baños, desarmó el depósito de agua del inodoro. No vi que sacara nada de allí. Fue a la cocina y tiró una copa de vino que había tomado apenas hizo "eso". Me encrespo todo. Mis patas se ponen duras con la sangre. Es un olor penetrante, metálico, como los que huelo en el centro donde me dejan cuando viajan. Pero, reconozco que confiaron en Lorenzo, el me cuidaría.
Ahora, ya no se quién me dará de comer y me llevará a pasear por el parque. Lorenzo, está allí, quieto, con sus manos entintadas como las pisadas que dejó ella al huir por el pasillo. Me acerco despacio, quiero ver qué sobresale del pecho de Lorenzo.
Siento ruido. Sirenas. Luces azules que revolotean por los ventanales de la casa. Quiero salir sin que me vean. No vayan a creer que yo lo hice. ¡Pobre Lorenzo, tan cariñoso conmigo!
Entró un hombre y alumbró con una linterna buscando... a mi, no. A ella. Pero como no se dan cuenta que ya no está. Qué. ¿Se iba a quedar acá junto a Lorenzo? Me escondo debajo de la mesa de lectura. ¡Me encuentran! Les largo un tarascón. Tengo dientes viejos, pero aun firmes. Me tiran como si fuera un almohadón en desuso. Putea el hombre y se aprieta la mano. Se mezcla su sangre con la de Lorenzo. ¡Pobre tipo!
Habla con dos más que entraron y me miran con cierto temor. Gruño y muestro los colmillos. Me dejan tranquilo. Se detienen a sacar fotos de todo. Con mucho cuidado sacan el cuchillo del pecho de Lorenzo. Lo guardan en una bolsa plástica. Me evitan como debe ser. ¡Yo se quién fue! Ellos siguen revisando cada cosa que rodea a mi amigo. Les va a costar. No se imaginan que yo, puedo decir: cómo, cuándo y todo lo que sucedió. Pero, tengo a mi favor, que no puedo hablar. Encuentran parte de la copa rota y se la llevan.
Uno de los hombres de azul, encontró algo. La caja fuerte está abierta y vacía. Entonces Iñigo y ella, no viajaron juntos, regresó Desireé. ¿Qué le faltaba? Veo que recogen el anillo de bodas de ella. Estaba atascado en las sábanas de la cama. ¡Claro si antes de irse habían tenido... bueno, algo comprensible! ¡Iñigo es el esposo, Lorenzo venía cuando él, no estaba y llegó así de improviso!
¡Cosme, Cosme! Me llama la vecina. ¡Queda paralizada frente a mí! Ve a Lorenzo y yo saco la cabeza y gruño feliz, ya puedo esperar que alguien me de de comer y me saque al parque hasta que llegue Iñigo de su viaje.
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