jueves, 19 de marzo de 2020

CEGUERA




Con penosa obviedad he perdido el destello de los ojos.

Compartí la neblina que atraviesa el cuerpo con la luna.

Amansé, entonces, la pared del silencio.

Los latidos abiertos al color azul-verde del alma.

Atropellan mis brazos de un cuerpo inerte. Sin vida.

Calma la sed con cántigas antiguas. Nobles sonidos.

Invítame a salmodiar sobre la frente de un ave.

Caminaré con el rumbo extemporáneo de la muerte.

Ciega de toda ceguera, como un animal herido.

Recobraré la palidez de la tarde en la llanura verde.

Veré la luz en la mirada del niño vagabundo y tierno.

Será un arlequín de mil colores repartiendo flores.

¿Dónde queda la línea del horizonte azul de la esperanza?

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