La mendiga se arrebujó en una vieja manta
para pasar una noche más. Las estrellas se escondieron prodigiosas entre los
pliegues de nubes somnolientas. Los ruidos callejeros tapaban la soledad, no
sentía frío. Dos perros vagabundos envolvieron sus cuerpos cubriendo el cuerpo
endeble. Un cálido vapor tapaba con piedad al grupo. Una noche más.
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