viernes, 6 de marzo de 2020

EL CONTRABANDO



Llegué  a la puerta de hierro con bellos adornos hechos en oriente. Me habían dado la dirección en la Asociación de Amigos del Arte de las Tribus Nómades de la época postcolonial, en la región del desierto del Sur. La noche anterior en una reunión de arqueólogos de la universidad, había conocido a personalidades del gobierno que se postulaban para el premio a los procesos realizados para impedir el robo perpetrado por verdaderos mafiosos de compra y venta de arte. Entre ellos al ministro de cultura y patrimonio, que hablaba sobre lo hecho hasta la fecha para superar la sistemática interrupción de tareas en los campos de rastreo de “artefactos”.
Varios ejemplos, se mostraron con videos y fotos en las excavaciones a nativos acompañando a extranjeros ingresando a lugares sagrados de los antiguos y llevándose alfarería, momias y restos que servirían para estudiar.
Salimos comprometiendo nuestro apoyo total a la campaña en medios internacionales y así evitar que coleccionistas del mundo se comprometieran comprando tan valiosos objetos. Ellos saben que si los descubren se les quita y vuelven al patrimonio, pero igual se roba y se vende a precios siderales en el mercado negro.
Bien, al llegar a la casa del jefe de relaciones exteriores de mi país, estaba más controlada que la penitenciaría de Afganistán. Me llamó la atención una cámara de fotos que al ingresar me encandiló.
Ahora desde este oscuro lugar no puedo respirar y siento como se embalan y sacan en camiones antiguas obras de arte con el poder de ciertos "amigos" de personajes ocultos. Yo seré colgada entre dos personas más que conocimos la acción de los contrabandistas.
Nadie sabrá la verdad, porque quienes conocen el tema, son cómplices de los malvados corruptos extranjeros. Mañana apareceré en los periódicos como espía de un país ignoto y cooperando en el robo de antigüedades. 


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