Tú, que redimiste el dolor con tu
ternura
Que me dejaste probar el licor
ocioso de los ruegos.
Serás el que restaure de las heridas
el color umbroso de la ira.
Tú, que prestigias al amor con la
belleza,
Que atraes con luz a las luciérnagas.
Eres quien promete seguir abrazando
el lado desconocido de la luna.
Y serás tú, con tu simple
inconciencia
quien abrirá el corazón a la
belleza.
Tú, eterno consuelo del camino.
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