Caí, a los
pies
lentamente
sin palabras que
encierren una queja de niño derrotado
la espera
la soledad
que nos
carcome pequeño niño de manos
abiertas a la nada
manos ardientes
lágrimas
desasosiego.
Caí, a los pies
el duende de tu infancia
sin alas. Boca
cerrada. Muda.
Hay una sombra
hostil que corrompe, corrompiendo
tu nombre, tus
palabras de amor
tu mirada
asustada,
tus manos torpes
de caricias.
Pobre con toda
pobreza por pertrecho.
Casi niños adultos muertos, antes, ahora
todo es posible
entonces
un pedazo de ala
rota caerá
a los pies de mi
árbol de la vida
sin zapatos...ni
tiempo.
Mañana, tal vez
mañana vendrán
los ángeles a jugar con nosotros
nuevamente
volverán los sueños de la infancia
con los cuentos
populares
dejaremos de ser
niños derrotados.
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