jueves, 9 de abril de 2020

LA MUCHACHA DE OTOÑO



¿Quién te trajo a mí? Me pregunté hoy caminando por la calle  trajinada de gente Cuando asomaste por la inmensa ventana de mi vida como la máscara  angelical de un torbellino; llamaste a mi corazón y un aleteo febril de estrellas ingresó a mi mundo de doméstica tranquilidad.
 Conocí cada una de tus inquietudes de muchacha llena de voracidad por tragarse el mundo, la vida y conocer el país de las palabras. Caminaste como un ciervo en sus praderas. Comiste hasta la última gota de néctar de las flores, los frutos fueron los que llenaron el brocal de tus palabras. Cada vez  que nos sentamos a practicar quedó una sombra de estrellas entre las frases que bailaban su danza esperanzada.
Algo sucedió y se cayó una gota de sol. Un reflejo de luna. Una mirada se prendió de la
telaraña del otoño... y se quedaron colgadas las palabras entre las ramas como fantasmas guerreros.
Ahora envejece el silencio de tanto escuchar las palabras... eco de suspiros por tu huída reciente.
Tu duende juega con mi insomnio cada noche cuando te repienso amiga. Un rosal con tu nombre sonríe en octubre. Y el otoño será un recuerdo imborrable en mi vida.
Te amé y me amaste. Ya no estás y tu huída dejó mi corazón maltrecho. Eras un hálito de verano en mi vejez. Adiós. Te duermo en mi memoria.

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