Para recordarme en la mañana que estamos vivos.
Recuérdame que sale el sol y brilla en sus ojos la vida
plena
Recuérdame que hay un solsticio de invierno donde duermen
las hadas
Recuérdame, que he vivido esperando con la mirada puesta al
este
Recuérdame que no me despertaré con alguien sin conocer su
nombre
Porque si me olvido de ser yo misma
Porque si huelo al viento y no penetra el perfume de las
retamas
Porque si me siento sobre una roca cerca del mar y no te veo
Porque si tus brazos escapan de mi cintura profusa de enrona
No seré yo. Será mi cuerpo perdido en la penumbra de la
muerte.
No serás tú, mi consejero y amigo de milagros esperados.
No será la vida, ni el sol, ni los tulipanes, ni las dunas…
Ya seré un recuerdo en la fachada desdibujada del calendario
Que ha perdido su color y su hermosura. Entonces me
olvidarás.
Cada noche me olvidarás y en la neblina seré aire, humo y
nada.
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