Me siento como enjaulado. Hoy me he
levantado tarde, como siempre, así nunca voy a llegar temprano a ningún lado.
Viste minina, la vida es un ir y venir. Ayer la vi, estaba sentada en El
Molino, con ese fulano, el pintorcito. Un segundón. Es cierto que yo con mi
facultad nunca tenía tiempo para llevarla al teatro. Esta tarde tengo que ver
los resultados de mi cultivo de bacterias. Ahora minina siento unas ganas locas
de abrazarla, tocarle el hombro transportándole mi pereza a la espalda con mis
manos húmedas por el calor de sus besos. Casi como si apretara una rosa recién
cortada. Hablando de rosas, te acordás ese poema de Neruda, ese... a ver si recítalo,
vos sabés a cual me refiero. Bueno sino te recordás no importa. Tal vez
Buscaglia u Onetti. Sos una mimosa, gatita, igual que ella. Una gata. Me
acuerdo cuando nos quedamos cocinando chuletas de cerdo con puré de manzanas.
Me parece tener aun el sabor de sus besos con olor a hogar. En el hotel, te
dije, ¿no? Hay una piba que se hace la artista, camina desde el amanecer
vendiendo su sonrisa y yo, tonto como siempre, le compraría una semana de
sonrisa para olvidarme de Ella. Ayer arreglé un poco acá pero soy un desastre,
si estuviera ella, minina, comeríamos los salamines de mi tía leyendo a
Cortazar y escucharíamos al Negro Lavié en Caño 14. O a Goyeneche...te acordás
las noches en que me abrazaba en la cama porque tenía frío. La lectura era como
la manta que nos cobijaba de la hambruna y de la soledad. Leer a Borges era una
vestimenta para el desaliento y el frío. Sos tonta venir a refugiarte en mi
cama. Sin el calor de su cuerpo es como un moretón en la espalda o el vientre.
Su vientre era de seda y mostacillas. Me producía calor aun en los días de frío
y la cobardía de no llegar a darle todo lo que se merecía. Me acuerdo de sus
dedos metidos en su largo cabello castaño, parecían colmillos finos de marfil. Su risa me
penetraba la ingenuidad de creer que sería para siempre. No existe el para
siempre. Salí de mi saco que tengo que salir para tomar el tren a La Lucila. Allá me
espera Susana, no Susana del Piero no, eso es imposible. Susana una viejarda
que me tiene preparado un buen asado de cerdo a la parrilla. Es una bióloga con
la que estamos haciendo un trabajo. Quedate tranquila. Ya vuelvo. Me arreglaré,
sin ella me arreglaré igual. Es difícil. Chau Gata, amiga.
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