Yo te lo digo sin dudarlo, ese es el final que se espera de un
pendejo como el Pedro. La madre… loca. ¿No sé porqué las psiquiatras tienen
hijos así? ¿Son todos chiflados o se hacen? Míralo. Allí, junto al ventanal que
da al patio. Y es lindo el guacho. Tal vez por ser blanco, rubio y con ojos
claros, todavía no lo encierran en el COSE. Pobre. Es una víctima como tantos
otros que viven desperdiciando inteligencia. Rodando de sala de psicólogo a
salita de psiquiatra. Es violento. ¿y la boca? Ni en la cárcel escuché
semejante lenguaje. ¡Pobre Pedro! Lo traje medio engañado y se acostó en el
frío de baldosas rojas. Parece un ángel dormido. Pero ojo, enseguida se la
agarra con cualquiera que pase, es osado. Sabe karate. ¡Para colmos sabe
karate! Le tengo algo de miedo. Fíjate como tiemblan sus parpados inquietos
Ayer vino la madre. Hable mucho con ella. Llora y se disculpa. “la
culpa la tiene el padre” dice y yo creo que es de ambos. ¡Por eso los ataques
de furia!
La ultima que hizo recién… se cortó un pedacito del dedo meñique y
se lo metió en la boca al Agustín Pereda. Digo…, los gritos todavía retumban en
los pasillos. Yo ¿Qué querés que te diga? ¿Será esquizofrénico? La Susana , le hizo todos los
test que se le pudieron hacer… tiene un C.I de 185… es un genio. Lo miro y se
me desdobla el alma. Tiene 9 años. Habla cinco idiomas. ¡Ah! ¡Se come los
excrementos para enojar a la madre!
¡Estoy desorientado! ¿Vos que haces con un pendejo así? Yo me pregunto ¿Qué
hago? Ayúdame, Carlos, decime que hago ¡Mirá! Se mueve. Parece una mariposa
saliendo de la crisálida. ¿Me podrías decir que hago? ¡Pobre Pedro! Me siento
un imbécil. Inútil. Nada. ¡Eh, Pedro! Vení… ¡sentémonos y hablemos! ¿Querés
comer un sándwich? Dale, vení, no me mires así, ¿Te duele el dedo? Vení. Te
quiero.
Hola Graciela, muy buen relato, me encantó. Por momentos muy fuerte, desconcertante y muy atrapante.
ResponderBorrarUn placer leerte... Beso, Pat.