"SIEMPRE LA INTELIGENCIA FUE
CAPAZ DE DERROTAR A LA FUERZA "
Sí, a la fuerza había llegado Romina
a terminar el secundario. Sus padres ya cansados de profesores desde enero a
marzo, pagados con esfuerzo y promesas de la jovencita de ser una excelente
alumna en el próximo ciclo lectivo. Pero nada. Ella firme con su degradante
falta de responsabilidad llegaba a fin de año con muchísimas materias en falta.
Una mañana llegó al colegio el nuevo
profesor de historia y apenas traspuso la secretaría del establecimiento
comenzó la charla aguda y sepultante de los otros docentes sobre los malos
alumnos de la escuela. Escuchó con atención y trató de memorizar los nombres...
y por supuesto uno de los primeros fue el de Romina. Cuando entró en el aula de
5º un suspiro emocionado partió de los labios de las jovencitas y un
"sonamos " de los muchachos. Laureano Hurtado era muy buen mozo.
Parecía un galán de la tele. y las chiquilinas se prendaron inmediatamente de
él. Al pasar lista fue revisando en su memoria los nombres de aquellos tan mal
juzgados. Los ojos de Romina se quedaron colgados de las suaves pestañas del
historiador. Ella también tenía una belleza esplendorosa, y además los
dieciocho años más llenos de vida que pudiera pensarse. Allí comenzó la mutua
seducción. Con inteligencia y tratando de hacer que amaran la historia contando
con conocimientos y claridad, logró que los chicos no estudiaran a la fuerza,
como otras materias. Llegó fin de año y Laureano Hurtado entregó el diploma de
bachiller a su novia y futura esposa: Romina. Toda la fuerza de los padres para
que estudiara se había transformado en querer saber del "Amor".
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