¡ Oh vieja compañera de noche infinitas!
Detén este instante de dolor sin límite.
Amarga eres, amiga de los tiempos...
en que en rosada ronda en mis brazos de
ensueños
acunaba esperanzas amorosas y buenas.
Hoy me estrellas en lúgubres sonrisas desdentadas
una noche muy negra de sutiles desgarros.
¡Oh amiga del tiempo...tantas veces dormida,
ven muy pronto a buscarme...
me he quedado vacía!
¿Recuerdas cuando el suave murmullo de los
besos
acentuaban la gracia de creer que un mañana
venturoso y repleto de pétalos de flores,
caería en mi pobre regazo de madre
solitaria...?
¡Oh, mi vientre, hoy muerto, te dio hasta la
última
sonrisa del costado!
Tengo yermos los senos y en el alma incrustada una espina.
No quiero respirar, se han secado mis
lágrimas, mis ojos.
La dulce y generosa señora de la noche
ya tiene a quién buscar. Estoy lista y lo
sabe.
Una muerte pequeña, silenciosa y nocturna...
Una muerte que sirva para poder dejar mi
tristeza dormida.
En cada amanecer, que aparezcan mis flores
y en la noche los pétalos, ya marchitos que
caigan
en mi tumba... para recordar el cielo
que tuve algunas veces en mis brazos
acunado.
La
pena me lastima.
¡Un sol se va escondiendo, allá en la
lejanía,
dejaré que palomas me traigan el rocío...
que calmará mi sed de tener un instante
de nuevo ese capullo de amor que fue alguna
vez...
mi niño.
Ese pequeño amor...tuve, tú lo sabes.
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