ÁNGEL (Cuento costumbrista)
El Nicéforo Soto ,era un hombre de campo .¿Cómo describir al
hachero, mitad salvaje, mitad nido, mitad pájaro...?
Se sentó
sudoroso con el hacha en la mano y apoyó la frente afiebrada por el
esfuerzo..., se sentó en el tronco, recién derribado, de quebracho y salió de
su pecho un rugido de milenario dolor , él sabía , que cada árbol
que caía ,se moría un poquito su selva.
¿Cómo
describir al Nicéforo Soto? Su piel oscura por el sol, el polvo y el rigor de
ese clima formoseño...Su pelo renegrido,
cortado ¨a como podía` con su vieja tijera desafilada. Sus ojos...millones de
estrellas se reflejan en la oscura pupila...a veces tienen el dolor de la muerte, otras recelo
otras veces la vida alegre de quien no
conoce maldades, ni propias, ni ajenas.
Sólo odiaba
a las víboras y al la infinidad de insectos, que torturaban su piel desnuda y sudada, al atardecer.
Las manos del
Nicéforo tenían miles de años, estaban
talladas en laja pura y tan viva, que sangraban.
Se quedó
medio dormido, allí nomás y soñó cuando era chico y la “madrina", la Cunda , le hablaba de su madre. No la conoció, según la vieja,
ella había tenido al Nicéforo, del "Pombero" y después murió del
mal parto de mellizos, en el campo.
-¡Cómo una perra, aullaba de dolor; pero
hasta acá no llega naides, m´hijo y se fue apagando solita entre aullidos de dolor ,que cada vez
eran más suaves! Yo la tiré en un hoyo,
allá, que cavé como pude y la tapé con pilas de piedras...igualito que hacen
los indios de por acá.
_"Ansí, no
la comía el bicherío".- dijo -¿Entedís,
no?_-con lágrimas en los ojos
Despertó la
noche, con millares de sonidos de
insectos...miró el hombre ,la luna y caminó despacito hacia el rancho. Prendió un candil que daba una suave luz amarillenta y titilante y comió un trozo duro
de "galleta" y mate cocido. Rezó como le enseñó la Cunda y pidió por su madre. Se tiró en el catre y se quedó
dormido. El calor era agobiante, pero su cansancio era inmenso.
José María
Lezica Martos, nació en una paqueta clínica
privada, en La Recoleta , por cesárea. Su
mamá era hija de una familia de la más
nombradas en gacetillas sociales. Se había educado en un conocido colegio
"inglés", Luego estudió en
Francia arte.
Su padre, luego
de egresar en el "La Salle ",
estudió derecho y luego en Londres, donde
obtuvo el master en derecho "Internacional" y el doctorado
como "constitucionalista".
La casa de José María... era demasiado bella, en ella no faltaba
nada. Se hablaba el inglés como lengua
materna. Tenían servidores educados, silenciosos
y discretos
José María
era muy rubio, su piel blanca era su problema para practicar deportes, ya que al más pequeño
contacto con el sol, se ponía de un furibundo color salmón rabioso. ¡Cómo sufría con el frío! Todos los problemas
del clima lo inmovilizaban.
Su infancia
transcurrió entre mimos, viajes y estudió, en la tradicional escuela de su
padre...Allí conoció, por suerte, a un viejísimo coronel, precursor y partícipe
de la campaña al desierto, que fue amigo personal de Roca, y...un enamorado de
la patria..., ¡Tan anciano y sencillo como las historias que compartía, con los
muchachos del colegio. Y llegó el momento, en que decidió hablar con sus
padres, había dispuesto.
-Papá...mamá,
he decidido ingresar al Colegio Militar
de la Nación.. ..-La
frente del prominente constitucionalista se perló de sudor frío, cambió de
color, su piel pasó del blanco verdoso al rojo púrpura, se
desfiguró el rostro. La madre quedó pálida y temblorosa, pero educada
para no demostrar emociones fuertes, sólo clavó su largas uñas, en las palmas
de las manos. Se produjo un silencio profundo en el gran comedor victoriano.
-Hijo
mío...hemos soñado tanto con tu futuro.-
-Madre, yo
quiero ser...quiero defender mis ideales, mi patria, conocer a mi gente..., mi
tierra...
La vida fue
muy dura allá, en el instituto, lejos de
las comodidades, el amor de sus padres, y
con un modelo de vida ajeno a él. A veces traía a un compañero a su casa, los
fines de semana que luego no volvía más,
al ver tanto lujo .
¡Cada vez se
sentía más solo, más aislado y comprendía que conocía muy poco del mundo real! Llegó
a sentirse indignado consigo mismo.
Estaba tan
consternado. ¡Yo que vivo en un mundo irreal! Tengo que hacer algo por mí. Habló
con su abuelo, que era un hombre de bien; con monseñor De Michelli, que lo consoló pero que no lo
pudo ayudar; con su mejor amigo
Alfredo Castillo Oviedo pero no
le sirvió mucho la charla, él buscaba algo
más, a sí mismo.
Se despertó al alba. Había niebla y apenas se
escuchaba el sonido familiar de los animales del monte. Se lavó con agua fría en su vieja palangana enlozada, la
tierra del patio recibió el agua sucia, como
un baño inesperado. Los perros salpicados, salieron gruñendo hacia el
gallinero.
Se vistió
como siempre, con su arruinado pantalón
y una camiseta de un dudoso color gris amarronado. Las alpargatas duras, embarradas
y con varios agujero...señalaban con alegría los dedos rústicos de los pies.
Salió murmurando
para buscar su hacha y al dar l a vuelta
detrás de "la casa" tropezó
con el Rogelio Maidana, el
policía del pueblo. Se quedó quieto y medio asustado, como un animal
acosado. El nunca recibía a nadie.
-Che,
Nicéforo, te llegó la papeleta del "servicio militar", tenés que ir a
la ciudad. -Yo no se leer...-Bueno
yo te la leo... "El ciudadano Soto
Nicéforo, debe presentarse el día 12 de febrero
del corriente año, a las 07.00 hs. , en el Regimiento....de Formosa.
-¡Dios lo
bendiga ,Don Rogelio.,pero soy tan bruto; salgo tan poco del monte, que no se
que tengo que hacer!
_-¡Bueno, andate a lo del Alí Salomón, que él te enseñe, te va
a dar todo lo que tenés que hacer y algunos consejos y advertencias
-¿Cuánto
falta para todo eso?- dijo sobresaltado.
-Hoy es..5 de
febrero...faltan pocos días, tenés que
apurarte, faltan siete días, para ser justos, tendrás que acomodar todo; a los
bichos...;a tu "Cunda" ; por el patrón ...le hablo yo, quedate
tranquilo.
-¡Don Rufino
se va a poner contento...! ¿No cree Don
Rogelio?
Alí Salomón,
le vendió unas bombachas nuevas, alpargatas, camisa, sombrero aludo, ya vería él
después como se lo cobraría al patrón del muchacho. En una bolsita de plástico,
le puso los papeles que le dio la
Cunda a Don Alí, llorando, y le prendió un mechón de pelo
renegrido de la madre junto a una medalla de la Virgen
de Itatí y una foto amarillenta de la difunta.
Así llegó a
la ruta y esperó, que alguien lo llevara. Casi a la hora pasó una chata cargada
de bultos de algodón y hojas de tabaco. -Subí ,muchacho, que te
acerco al
pueblo.-
Saltó ágil,
entre asustado y contento. En el cruce
de la ruta se bajó y dio las gracias. Allí se encontró con otros jóvenes
que llevaban el mismo rumbo. Caminaron bajo el sol del mediodía, con calor,
pero ellos son como yuyos, rocas, arena o la misma tierra colorada.
Silenciosos, se
acercaron a los portones del regimiento, que les parecieron enormes.
Le llegó el
destino..., era su primer destino. Formosa; allá cerca de la frontera, muchos
de los subtenientes, por lo bajo se reían, otros que lo apreciaban lo miraron con verdadera
piedad. ¿Qué hará el pituco, ahora,
entre los tapes? -¿Te imaginás...cuando
vea a los indios en pelotas y famélicos? -decían otros.
Salió a
ensillar su potro..."Refugio", un pura sangre que le regaló el tío
Atilio, cuando le entregaron la medalla por el mejor promedio de Colegio
Militar y salió a cabalgar por los
campos. Azuzó tanto al bruto, que de la
piel brillante comenzó a aparecer espuma blanca.
De pronto, de
frente vio a una joven que caminaba con una yegua , que se había mancado. Con
mucha dificultad el animal avanzaba y la muchachita lloraba con desconsuelo
mientras acariciaba a la bestia. La miró.
Era menuda , pero tenía rasgos de
fortaleza en su andar, no tenía ni una pizca
de maquillaje, su carita salpicada de pecas
y con lágrimas, hacía resaltar su cabello color miel, que llevaba atado
en una simple trenza
en la espalda.
¡Le decía
cosas tan hermosas a su amiga manca, que
paró su carrera y se apeó.-¿Cómo pasó?- pensó para sí; ¿Cómo no la había visto antes?
; ¿Quién sería y cómo se llamaba?..._ ¿
Puedo ayudarla?
Surgieron un sin fin de preguntas y muchísimas
respuestas. Era la mujer que el había soñado siempre.
Me llamo Emilce y estudio medicina; se
mancó por mi culpa soy algo torpe para
el galope ; vine con mi prima Dolores, que una antigua socia del club y tiene
muchos caballos.
Sí, él los
conocía a todos pero no podía dejar de
mirarla. Se quedó prendado de la simpleza
y serenidad de Emilce. ¡Esa noche soñó con ella
y supo que era la esposa para el.
¡Un sargento
gordo, moreno, rústico y prepotente, los hizo entrar a todos juntos al cuartel,
casi no respiraban de miedo y de estupor! Muchos de esos hombres nunca habían
salido del monte. Les pidió por lista los papeles; algunos casi no
entendían que los llamaban a ellos, huraños
unos, taciturnos otros, iban entregando sus papeles. Muchos eran analfabetos,
otros apenas sabían leer y escribir. Todos estaban muy asustados.
Los juntaron
como tropilla en un galpón y allí, desnudos, los hicieron poner en fila. Estaban
tan avergonzados, que se tapaban como podían. Nicéforo, estaba enojado.
De repente
entró un grupo de hombres con ropa de fagina y otros de blanco, eran los
médicos y veterinarios; los otros eran "los milicos", dijo uno que
sabía más .Nicéforo se quedó mudo de estupor! Entre ésos ...vio a un
"ángel"...!Se acordó cuando la Cunda le había dicho...-M¨hijo,
los ángeles son todititos rubios y casi transparentes, tienen la piel muy
blanca casi transparentes como el aire...y tienen unas alas grandes ...y los
ojos son como el cielo...!
-¿Cunda, entonces
los tapes, los indios, no pueden ser ángeles? pregunté yo preocupado.
-No. Sos
tonto vos, son muy negros y feos como la
tierra y ellos vienen del cielo. Esa
noche lloré, pero él no lo supo nunca.
Le temblaron
las piernas cuando se acercaron a él.
-¿Vos, che,
cómo te llamás?
-Kirí Uruá,
che rú bichá.- contestó el tape.
-¿Hablás
español? preguntó José María.
-Es un indio
toba, un chico del monte, jefe, dijo un joven
flaquito que se acercó, seguro que no habla castellano, mi subteniente.-
José María y
el médico, lo miraron a los ojos, la tristeza en la mirada, les recordó la
"patria postergada"....y callaron.
-Hacelo
sentar allí, le indicaron al cabo, y continuaron con su tarea.
-¡Usted...¿nos
entiende, cómo se llama?
-Nicéforo
Soto, mi ...patrón, para servir a la patria- dijo con voz alegre el hachero.
-Bien, levantá
los brazos, no tengás vergüenza...; le
miraron los ojos , la lengua, el vientre, con un aparato le escucharon
el corazón, y sus partes más íntimas.
_Este
muchacho está sano...y el subteniente se alegró, porque el Nicéforo dijo_¡Qué bueno, voy a servir a
mi patria!
-Vio doctor, igualito
que en Buenos Aires, acá hay argentinos
de ley...
-¿Vos, cómo
te llamas, y acá, qué te pasó?
_Ramón
Ledesma.....señor....
Lo volvió a
mirar, sorprendido porque el cuerpo estaba lleno de cicatrices rugosas, “queloides”
y muy mal tratadas. -¿Te agarró un tren?-
-No, ñor, hace
como tres años, en el reñidero del
Benito Luna tomamos unas "guaripolas", tragos, digo, demás y un tape
me hirió el gallo de riña y nos trenzamos. Yo pelé mi cuchillo, pero el otro me apuró.
-¡Pero tenés
como...17 puntazos...a ver; si, o más!
-Mi amá,
me llevó, me lavó como pudo y me cosió, igualito a un colchón, después
me echó caña y por mucho tiempo me tuvo
quieto....¡Pucha que me aburría!
-Venga mi
subteniente, mire acá, si el profesor de
cirugía viera esto. ¡Pensar que estudié tanto! ¡Pero éste tuvo suerte!
Sí, che, una suerte bárbara-
-¡Naides
creyó que la mama me salvaría...en el pueblo dicen que fue "San La Muerte " que no quería tenerme
todavía!
José María no
podía creer lo que veía, a cada rato, le parecía, que su vida y esto, era un sueño y que recién despertaba
a la verdadera argentina.
Sus ojos de
azul cielo, se cruzaron con los del
Nicéforo, que lo miraba de una forma extraña...-¿Soldado qué le sucede?
- ¡Yo lo miro
y lo miro...pero no le veo, nada...digo!
-¿Nada...qué
espera ver?
-Las alas.-
-¿Qué alas? Soldado-
Allí el
Nicéforo, le contó, que la Cunda ,
le había enseñado que los ángeles eran rubios...y todo eso. La carcajada fue
general, menos José María, que no se pudo reír. Se acercó al rústico muchacho,
y en un gesto nuevo para él, simplemente lo abrazó...
-Ves, tocá,
no tengo alas....soy igualito a vos, un hombre y probablemente sos mucho
mejor que yo. En su corazón sintió, al abrazarlo, que "ese
ser" marcaría la historia de su vida.
El casamiento
fue hermoso. El Santísimo Sacramento, lleno de flores, el coro y la pequeña orquesta
cantando el "Aleluya" de Haendel. Toda la sociedad porteña había llegado a la boda. En el casco de la estancia
de su " tatita " hicieron una fiesta memorable; Emilce estaba hermosa
con el traje de encaje antiguo de la abuela, parecía una princesa de cuento. Se había graduado y con su título de médica,
ya podía seguirlo a la frontera. Allá en el monte, ella sería la mano sabia que él
necesitaba. Había tantas enfermedades endémicas, tanto dolor e ignorancia.
Cada mañana
se sentían más unidos; eran tan nobles estos muchachos, que el regimiento era
un ejemplo, los errores que aparecían eran por desconocimiento, nunca por
maldad. Todos amaban su tierra.
Emilce
aplicaba todo lo que sabía, con los soldaditos y con una miríada de mujeres y
niños inmensamente pobres que la esperaban en la puerta de la humilde casita
del barrio militar.
Nicéforo,
soñó tener al lado a su madrina y mostrarle como lo querían. También soñó con
tener una "guainita", claro, nunca tan hermosa como Ña Emilce, soñó
con verse rodeado de guricitos ruidosos que le llenaran la casa de risas, pero
se acordó que era muy pobre y que los tapes entierran muchos niños. Dejó de
soñar, ya Dios se encargaría de todo.
- Algo anda
mal...en tres días no han bajado los tapes de la misión, "dotora"- dijo el hachero con aire preocupado.- Ni han
pasado las hermanas del " Testigo Jehova" en las bicicletas y una
tenía "la muela de la justicia" muy mala.
-Muela del
juicio, Nicéforo, pero tenés razón, sos observador. ¿Qué puede pasar? - Emilce se quedó pensativa,
mientras recibía de su "ayudante voluntario" un mate amargo...
- ¡Yo le
ripito, algo anda mal y fiero, ahí viene mi teniente! ¿Vamos a ver, él, qué
dice?
- Buenas...¿qué
solitario está esto...,qué pasa?
- No sabemos,
algo se está oliendo él, que es de acá .
El jeep,
viejo y destartalado avanzó con dificultad entre el barro de la huella en el
monte. Había vuelto a llover toda la noche y el calor pegaba con furia sobre
las vetustas latas. Un vapor fétido y con irrespirable sabor, penetraba en los
pulmones de los tres viajeros. De pronto en una curva, el Nicéforo vio algo que le heló la sangre. En
ese rumoroso silencio de la selva, un perro degollado, hinchado y lleno de insectos, le dio el alerta.
- Esto es muy
malo...¡naides hace algo ansí, por acá...ñor "devuélvase " rápido!
Fue muy tarde,
un raro estampido resonó en ese momento y con un golpe instantáneo y mortal,
hizo que José María cayera fatalmente
herido, sobre el volante del vehículo, aguda
la bocina comenzó a sonar con la pesada carga ,del cuerpo que la apretaba; y un chorro de sangre ,salió por la frente manchando todo, cuando
el soldado, trató de moverse, otro disparo perforó la delicada nuca de Emilce y
destrozó su cuello. Cayó sobre el cuerpo del esposo muerto. El verde oliva y el
blanco delantal eran un mar rubicundo, vivo, aterrador! ¡Cuando el
Nicéforo, quiso cubrir con su cuerpo a sus amigos, una ráfaga de
metralla le atravesó el cuerpo!
Su mirada
vidriosa se perdía lentamente e una bruma rojiza...fue tan rápido...Una sucesión de imágenes se iban
presentando..."Cunda", el rancho..., su madre..., quería respirar aire,
necesitaba aire. Cada bocanada era un chorro de fuego que entraba y un chorro de sangre nativa
que salía...Sintió voces extrañas a lo lejos, ya más cerca vio que
arrastraban su cuerpo por los pies, que lo tiraban sobre algo blanco, blando,
tibio y rojo; muy rojo. ¡Supo que se
estaba muriendo... sostuvo las manos
blancas de Emilce y de José María, que
ya inertes, permanecían sobre la tierra húmeda de la selva formoseña. Sintió
lejos, muy lejos, una voz que gritaba.-¡Saquen la droga, rápido ,y váyanse!-
¡Todo
estaba acabado...sus cuerpos apilados
serían como los de los "tobas" y de los misioneros, destruidos por el
bicherío.
¡Subían
lentamente sobre las matas verdes de la selva...allá abajo el trajín de los
contrabandistas de drogas continuaba! ¡Veían sus pobres cuerpos mutilados!
Ellos subían
y subían hacia esa inmensa luz brillante...- ¡Mire Emilce...mire mi teniente...me están creciendo unas enormes alas blancas, son nuevas, los tapes
también
podemos ser ángeles! ¡Si será bruta mi Cunda...! Ella no sabe, que los indios, podemos ...también irnos al cielo...!
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