viernes, 7 de agosto de 2020

RELATO DE MIS VIAJES CUBA Y PANAMÁ


ENTRE CUBA Y PANAMÁ

Mi tarea literaria estaba compartida con una prima Cristina, que más que narradora, era una gran poeta. Ya no me acompaña en esta vida y la extraño. En ese momento, cuando tenía que llevar uno de mis libros a Panamá, la invité y ella aceptó. ¡Gracias a Dios, pudimos hacer un viaje mítico!
Ya que íbamos a Panamá decidimos quedarnos unos días en Cuba. Conocer esa leyenda de centro América. La Cuba de Castro y del “Ché”. Ella preparó un buen estudio sobre una gran poeta y compositora argentina: Eladia Blázquez. ¡Una grande! Yo aportaba al encuentro de poetas y narradores uno de mis libros de cuentos: “Trasegando Historias en Ritmo de Vino”.
Como muchos de mis colegas escritores no podían viajar, me acercaron sus libros para llevar a mostrar a los narradores y poetas que nos vemos cada dos años en países del mundo. Llevaba un bolso de libros, míos y ajenos.
Al llegar a La Habana, me detuvieron para indagar sobre los libros. Abrí el bolso y un grupo de oficiales me hizo leer los nombres y trozos de algunos. Mientras unas señoritas abrían otros y leían sin hacer mucho ruido. Me dejaron pasar sin problemas, ya que ninguno tenía nada de política.
En La Habana, paseamos en mateo, en unos pequeños móviles que parecen cocos con rueda. Parecidos a los móviles de los países asiáticos que son bicicletas con un carrito atrás que te mueven de un lugar a otro entre calles que son verdaderos laberintos. Fuimos a escuchar una famosa orquesta de música de jazz y comimos exquisitas frituras de pescado y langostas.
Las playas imposible de olvidar, su belleza deja boquiabierta. En un paseo el auto que contratamos en el hotel, tuvo que atravesar la migración de un sin fin de cangrejos. En los jardines del hotel, había una suerte de “lagartijas” de colores que les llaman “perritos” comimos bien, paseamos bien y al salir, cuando ya nos llamaban para subir al avión que nos trasladaría a Panamá, siento que me llaman por el altavoz de la aduana. Debí dejar mi café sin beber, para abrir nuevamente mi bolso por los libros. Otra vez me obligaron a demostrar que no llevaba propagandas políticas. Con cierta rabia le dejé uno de mis libros al oficial sugiriéndole que lo leyera y luego lo prestara a muchos colegas para que vieran cómo escribe una persona en mi tierra.
Llegar a Panamá, fue la Gloria. Es hermosa la Libertad.
La llegada a Panamá fue de un movimiento increíble. Nos esperaba un puñado de poetas y escritores cariñosos y expresivos. Me pasaron un programa de visitas, conversatorios, entrevistas y recitales para correr por lo numeroso.
La capital es moderna y lo que llama la atención es el famoso edificio el “Tornillo”, una suerte de construcción de cristal que emerge en el cielo con forma de un tornillo. Luego he visto edificios raros en Dubai. Pero era mi primera vez y me asombró.
Finalmente, ya en el hotel me avisaron que me esperaban para llevarme a la radio y a la televisión. Me sentía una “Liz Taylor”, es decir una diva. Apenas me pude arreglar para salír corriendo. La entrevista era en un canal nacional y salía junto a otras personas del medio, que realmente eran importantes y para mí, desconocidas. Me preguntaron de los grandes poetas de mi país y en especial de Jorge Luis Borges, que he leído y disfrutado entre otros: Julio Cortazar, Manuel Mujica Lainez, Olga Orozco, María Rosa Lojo y muchos más.  Cuando llegué a la conferencia que tenía que dar en la Universidad, me trajo un joven el C.D. con la grabación de la entrevista. ¡Qué organización!
Entre los momentos más simpáticos, fue el conversatorio en la Alcaldía de Panamá una institución sin fines de lucro, con una orquesta que hizo un breve concierto mientras nos moríamos de frío, ya que el aire acondicionado estaba a 16º C y vestía una prenda para el húmedo y caluroso clima tropical de centro América. Las cuatro entrevistadas, tiritábamos. A raíz de este hecho preguntamos la causa de poner tan baja la temperatura… la respuesta nos fue dada en Off: “Para poder usar ropa de invierno”.
No sabía si llorar o reírme, ya que en mi zona el frío es natural y bien gélido en invierno, pero jamás se nos ocurriría poner estufas en verano para tener más calor.
Bello fue cuando luego de tener varios coloquios nos llevaron a distintas zonas de Panamá. Ya, al finalizar el encuentro con poetas, nos llevaron a las comunidades indígenas. ¿Qué hermoso! Los niños habían preparado bailes típicos y nos sentamos sobre esteras y en pequeños grupos contamos leyendas de nuestros pueblos. Yo relaté la leyenda “Del Puente de Inca” un lugar muy buscado por turistas y especialistas en geología y espeleología, que ha permitido crear ciento de historias y leyendas sobre su increíble belleza natural. (Se puede buscar en Internet).
Mi querida Cristina, dio una charla magnífica sobre Eladia Blazquez en la Universidad y cantó su famosa canción:” Honrar la Vida”. Que fue luego recitada por los poetas presentes. Un lujo.
Despedirnos de las miles de orquídeas de de Panamá, de su música que bailaban con bellísimos trajes llenos de abalorios y tembleque, unas mujeres hermosas; comer exquisitos platos típicos y escaparnos para conocer el “Famoso Canal en el Estrecho de Panamá” que se había construido por norteamericanos, para comunicar el océano Pacífico con el Atlántico y que supimos estaban haciendo otro más amplio para dejar pasar a barcos enormes con mercaderías de todo el mundo, en especial de China. Cosa que nos dejó pensando como el hombre trata a la Madre Tierra, como si fuera una fuerza sin Límites. Dejamos la bella Panamá con una lágrima de agradecimiento y pena. Son muy buenas personas y nos sentimos bendecidos de conocer Chiriquí, Santa Ana y otros lugares históricos que recuerdan a los piratas que asolaron el Mar Caribe.


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