La selva generosa se
adormece en la espera.
Esconde sus
fragancias de flores y de espinas.
Un cielo como paño de
angélico destino
acuna alas plumosas
de pájaros divinos.
El sol emborrachando
los árboles frondosos
abraza
pequeñas bestezuelas
peludas y ruidosas.
El asno y el borrico
caminan armoniosos
acompañan la lucha
del pobre campesino.
La selva generosa lo
cubre con su sombra
y le regala el fruto
de su poder divino.
Hay ruido de
chicharras, de monos y de loros.
Hay ríos bulliciosos
de aguas cristalinas.
Hay víboras y arañas
que acechan a sus presas.
¡ Es la ley de la
selva!
Responde el
campesino.
En las mañanas claras
el hombre se desliza buscando su sustento.
La selva se lo
entrega. Palma, plátano, mango...mil frutos. Maduros y sabrosos.
Misterioso perfume de
exóticas flores.
Allá va el hombre
simple por la selva despierta.
Quimera sibilina que
esconde su tesoro.
Cobija, selva,
al pueblo colombiano
que sufre y se desangra.
Regrese la esperanza
, la paz y la alegría para ese pueblo lindo
de América Latina.
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