POEMA
De pronto
conspiramos con
enredos para atrapar el sol junto a la luna.
Tú comenzaste a
soñar y yo contemplé
sorprendida
el color de tus
ojos nuevos. Nuevos o viejos.
La luna desplazó
la solitaria transparencia del silencio.
A pesar de
todo traté de sostener el viento
que la nave no
se fuera al infinito
no se perdiera
en el tráfago en la oquedad y misterio
del río de la
muerte.
Te abrí la
tranquera palpitante de mi mansedumbre
para inhalar tus
besos
tu olor de macho
inhóspito se incrustó
en mis músculos
transidos y carcomidos de ansiedad.
No supliqué
ternura. Ni piedad.
Mi materia sigue
siendo la materia
de los sueños.
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