miércoles, 26 de agosto de 2020

RELATO: PARAGUAY


HAY QUE CONOCER ASUNCIÓN, PARAGUAY

Eso me dijo mi esposo el día que viajamos hasta la frontera con Formosa en Argentina. Y la curiosidad puede más que el poco tiempo que teníamos.
Así que emprendimos el paso por la frontera y entramos sin problemas a Paraguay. El primer escollo lo tuvimos cuando en un puesto llamado Falcón nos detiene un retén policial y nos pide papeles. Como es un país limítrofe, teníamos a nuestro entender todo en regla. ¡Pero no! ¡Nos faltaba una cédula del MERCOSUR, por lo que tuvimos que detenernos media hora, discutir un poco y pagar una jugosa multa! Yo, sabía que no teníamos muchas horas para el regreso, por lo que, le insinué a todos, el retorno a la frontera y volver a Argentina. Mi esposo, enojado, desistió y dijo: Hay que conocer Asunción.
Seguimos un buen trecho escuchando la radio donde fantásticas arpas paraguayas nos recibían con su bella música. Finalmente llegamos al núcleo de la capital. Primero ir al Banco y poder extraer dinero del país, luego ingresar a conocer la Catedral.
Dicha antigua construcción es muy bella, el altar hecho por nativos, de plata taraceada a cincel, y tallas en maderas de los antiguos bosques de la región. Una hermosura. Al costado de la Catedral, hay un museo muy interesante con viejas casullas, objetos sacros y esculturas de todo tipo, religiosas. Allí nos acompañó una dama que nos fue explicando el valor de algunos de aquellos objetos. También nos enteramos que “alguien” se había “robado” la primera Biblia traducida al guaraní, en los primeros tiempos de las misiones en territorio paraguayo. ¡Qué pérdida!
Más tarde y luego de tomar algunos alimentos en un bar al paso, nos concentramos en una plaza donde mujeres tejían el “Ñandutí”, una suerte de encaje hecho con hilos muy finitos y que parecen las telas de arañas en la selva. Pero en su trabajo, ponen tanto amor y exquisitez que las mantillas, vestidos y manteles parecen fabricados por hadas.
¡De poder me hubiera quedado con todo! Pero debíamos regresar a nuestro país y salimos casi en esa hora que todo se cubre de sombras y se siente el canto de los pájaros que llaman a sus nidos y los gritos de los macacos de árbol en árbol, que se van a cobijar por la noche.
Fueron unas pocas horas, pero Paraguay es muy hermoso.

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