¡Sano está, Betsy,
aún vivo, aunque con permanente tratamiento psicológico! Luego el regreso al
infierno. Ella se fue al campo con los chicos; le solía llegar con estrellitas
de televisión, modelos y hasta campeones internacionales. Le traía como siempre
dinero a caudales y joyas...en fin los autos eran modernos y ágiles.
Partía, dejando la rara sensación de un tornado, donde los rayos
de sol atravesados de oro...y fulgor marcaban de olor a perfumes francés que
atrapaban el perfume nauseabundo al hashid o el opio. Hace unos días la golpeó la noticia que vino a su
tranquilidad como el volcán ardiente del horror.”El playboy, había matado con
su Ferrari una familia de cinco personas”. La policía cuando llegó sorprendió
al hombre con una despampanante travesti, totalmente dormidos por la dosis...
¡Ahora lloras
y gimes como un animal acorralado entre el lujo, la lujuria y la caída, que
será aún más dolorosa!
“Recuerda que
Dios no ha muerto”, como tu sueles decir a viva voz cuando en medio del glamour
de tu fama, de los flashes, de fotógrafos y paparazzi, la lluvia de billetes que trae y lleva el uso y tráfico
de drogas, vociferas como llamando a los dioses...y al destino. Pensó.
Cerró la
puerta del automóvil y se quedó llorando.
¡Al final lo habían condenado! No bastó todo lo que les habían pagado a los
abogados penalistas. Un enjambre hambriento de flashes y micrófonos; seis cuervos los había rodeado como una gelatina
ácida y pringosa. ¡Culpable! ¿El más notable de los medios para lograr la
representación de los famosos? El, con su aplomo de modelo de pasarela, que
atraía como luz a las, mariposas del yetset, esas muchachas (cada vez más
jóvenes) que con cuerpo de vestales y caras de
muñecas de porcelana, se abrazaban a su fama y su dinero. Ahora preso en
la cárcel... ¿Con los presos comunes? No
lo soportará, pensó y se tocó los anillos de esmeraldas y brillantes que le habían
regalado cuándo les nació la
primera hija. Recordó a esa
pequeña... había nacido discapacitada y a las pocas horas había muerto. El
médico sentenció... “Es por el uso de cocaína, efedrina y heroína, que la
bebé nació sin cerebro...” Lloró mucho,
pero adoraba a ese hombre que la
llenaba de joyas, pieles, fiestas
y viajes a lugares de ensueño. Es cierto pensó secándose unas lágrimas de plomo
derretido que le caían heladas por la cara agrietada por la angustia, muchas veces tuvo que huir de los
golpes cuando él, estaba ido. Luego vino un descanso. Fue cuando lo denunciaron
por primera vez, había violado a una menor y el no recordaba nada. El juez
ordenó su internación. Vinieron algunos años hermosos. Nacieron los dos hijos
sanos.
El
coche se deslizaba por la gran avenida. Iría a buscar al hombre con más poder
del país, que sería quien los ayudaría en este momento. Sí, seguro que la
recibiría como siempre en el salón azul-dorado. Seguro que tomaría el teléfono
y con dos o tres palabras al juez, quedaría internado en una clínica por demás conocida;
sí, seguro que los medios suavizarían la agria historia... con suerte y el
dinero, siempre habían comprado tanta gente.
Ya se
acercaba el automóvil a la gran casa..., le llamó la atención el poco
movimiento y el silencio. Paró el chofer y se les acercó un hombre de
vigilancia. Lentamente bajó el vidrio de la ventanilla. El uniformado se acercó
luego de hablar por radio.
¡Lo
siento señora, el presidente, no la puede recibir... y ruega que no lo importune!
¡Arranque, vamos... miró hacia el cielo y vio un sol, anaranjado y rojo
sangre! Y vio un sol, que se ocultaba ostentosamente entre las nubes... ¡Dios
se ha despertado, pensó!
¡Ahora
tendrá que ocurrir un milagro... cerró la ventanilla, también los ojos y comenzó
a rezar!
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